Miroslav Tichý. (1926-2011) |
Debo leer a hurtadillas en el libro de tu cuerpo
toda la poesía vivificadora que la Vida me niega,
sorber del cáliz uterino las esencias prohibidas
masticar tus labios de pétalos carnosos y dormidos,
barnizar tus aureolas, profanar los surcos de tus pliegues,
y sentirme vivo y miserable al mismo tiempo
al degustar placeres que no merezco…
Debo atravesar el Infierno para alcanzar el Paraíso
debo atravesar el río a nado si quiero alcanzar la otra orilla
quiero gozar de libertad sin pagar su fianza,
quiero sentir el perdón indultando mi cuerpo
pero sin contriciones ni penitencias, sin arrepentimiento.
Quiero vulnerar los castigos y los precios
esos son impuestos a ignorantes de suma bajeza,
yo quiero privilegios y deleites de rey
y me trae sin cuidado que no los merezca.
Sólo si no existe un dios en el Cielo
sólo si es verdad que no hay Amor en el Mundo
podría comprenderlo todo,
¿y qué me regala la Vida? Este absurdo sentimiento de culpa
el constante y estremecedor alarido
de la vergüenza en el parnaso de mi conciencia.
Si anhelo mi muerte debo vivir primero
si pretendo ostentar sabiduría debo padecer los fracasos,
si valoro la sonrisa es porque el llanto ha deformado mi cara,
estoy harto de esa ambivalencia jocosa entre el Sueño y la Vigilia
entre la Luz y la Oscuridad, de esa enseñanza revelada
que anuncia que el Bien y el Mal se complementan…
Quisiera cercenar de una vez esa voz interior
ese dictado ignominioso que escupe benevolencia,
porque esa culpa arraigada y lacerante
es el último velo que me separa
de la gloria de los éxtasis divinos.
Y sólo creo ganar este desafío
cuando beso la curva de tu seno turgente,
cuando tu cuerpo al que ansío
sobre el mío retumba en un pálpito de voracidad urgente,
cuando mi lengua te socava y mi pasión te adolece
de una forma febril y casi sobrehumana,
es sólo entonces cuando esquivo el impuesto
y devoro el premio sin el tributo que lo grava.
Lloro cuando hacemos el amor y sé que no me amas
porque con desmesura siento lo que cualquier enamorado
y me brindas la posibilidad de quererte aunque no lo haga
sintiendo la vulnerabilidad del que se cree amado.
Y sin embargo creo que no te quiero porque puedo llegar a quererte
y si no existiese esa posibilidad te amaría para siempre,
porque obtengo la poesía que necesito a través de tu cuerpo
cuando me permites tenerte,
y es entonces cuando advierto que la vida
debe todo su valor a la muerte,
cuando creo que tu muerte sería mi muerte y entretanto
permanecemos obstinados en esta latitud perversa
donde el fuego se enfrenta a la carne
donde la Locura al Alma majestuosamente secuestra
y fingimos amarnos devorándonos mutuamente.
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