viernes, 15 de agosto de 2014

Los labios del imaginario. Cristina Arribas



Un espasmo en el que creer saberse viva
Él es la palabra que esconde la palabra


“Alma”
Dice ella
“Le falta alma”


Mientras el imaginario
descubre unos labios
Ella bebe vino
En  el resquicio de la puerta
Él parece perderse
pero ella lo ha traído
y yo no puedo más que imaginarme
de dentro a fuera
de fuera a dentro
y ese gesto de sus piernas
que parecen decirme que las quiera
No a ellas


“No es justo”
Me susurra
“No es justo”


Y yo que sólo veo labios
En la puerta


Él
Ella
Lo ha traído
Aquel nombre que nunca he visto
es el que me articula por dentro


A
3
A




Pero ya es tarde
Ya me he visto en su cuerpo
como un fantasma que
no miente


Ella lo ha traído
¿No te he advertido?




miércoles, 13 de agosto de 2014

Aún te amo. Cristina Ocaña






Aún amo el cadáver que dejaste
el que yace inerte aquí junto a mí.
Te sigo amando a pesar de que no estés
tus ojos oscuros como caballo despiadado,
aún puedo oler el polvo que dejaste a tu paso


Amo lo obsceno de tu sexo que se clavaba en mí
una y otra vez sin tregua, sin compasión.


Y ya no puedo seguir buscándote, pues no puedo,
no puedo abandonar este bonito cadáver que es mi persona
yo yazco junto a él y siento el frío de los besos que no poseo
de las sábanas revueltas de aquel maldito y soñoliento hotel
de tu eterna posesión de mi persona, ya no era yo
era tan sólo un bonito cadáver que contemplar.


Mi cabello ensortijado se enredaba en tus manos
mientras me susurrabas dulces mentiras al oído,
me sentí la diosa de tus silencios y desventuras
bebí el dulce néctar de tus labios que lentamente
me envenenaba.


Amo lo obsceno de tu sexo que se clavaba en mí
una y otra vez sin tregua, sin compasión.


Aún amo el irreverente cadáver putrefacto
poco a poco se consume reduciéndose
a la nada.


Pero sobrevivo y encuentro otras bocas
que me dan placeres descosidos.
Un alma rota se descompone a pedazos,
y esos pedazos solo se curan
con miradas que te traspasan de placer.


Mi sensualidad conectó con tus manos
y me electricé con los latidos de tu corazón
fue tan difícil no ser mala contigo en la cama
y dejarme llevar por miradas desaprobadas.


Amo lo obsceno de tu sexo que se clavaba en mí
una y otra vez sin tregua, sin compasión.


Tal vez te amé ciegamente
Pero sólo fue un instante
En tus pensamientos.



jueves, 22 de mayo de 2014

El súper hombre. Ana Patricia Moya


Alberto Vargas




Menos mal que el guion es simple por repetitivo: llego a casa del semental, suelto la típica excusa, me quita la ropa, me soba las tetas, se la chupo, me penetra, me encula, y, al final, se corre en mi jeta. Reconozco que no tengo talento como actriz —estudié Filosofía y Letras, vaya, que no tenía vocación para la interpretación—, pero lo que sí sé hacer es follar de maravilla: eso es lo realmente importante en la profesión pornográfica. Después de dos o tres horas de duro trabajo, toca descansar, porque siempre acabo con el culo y el coño escocidos, y aunque no soy ninguna novata, cuesta acostumbrarse a tanta embestida; me ducho con agua calentita, me pongo mi albornoz rosa (con mis iniciales bordadas: todo un detalle, a pesar de que no tengo caché aún), me siento en mi cómoda silla plegable e intento relajarme leyendo a Nietzsche, que me encanta. Algunos de mis compañeros de trabajo, especialmente actores y demás reparto, se parten el culo de risa cuando me ven devorando semejantes tochos —con más pasión que cuando me trago sus trabucos, bromean los muy cabrones—, esos que conforman de mi colección particular que me llevo al curro; mi atento director y manager —especializado en películas de muy bajo presupuesto—, me replica cada dos por tres que no debería creerme esas patochadas y demás comeduras de coco, que lea revistas del corazón que son más ligeras, pero es que a mí me excita, sobremanera, el pensamiento del genio alemán. En todas las pausas del rodaje, retomo la lectura de los volúmenes que pesan entre mis manos; hoy me ha tocado reinterpretar las páginas sobre el asuntillo del súper hombre: entre polvo y polvo, a una le apetece reflexionar sobre algo que no tenga que ver con la profundidad de la vagina o ano. Y, joder, qué gran razón tenía el loco de Nietzsche. El súper hombre no es ninguno de estos machos con cincelados músculos, tatuados hasta el escroto, con esas tremendas pollas de venas reventonas que parece que te van a atravesar de parte a parte: el súper hombre —¡qué cojones!— es mi padre. El pobrecito mío, pensionista, tiene que aguantar que su única hija, la niña de sus ojos, trabaje en el porno para poder pagar la jodida hipoteca y facturas de ese miserable piso en el que vive toda la familia.



martes, 20 de mayo de 2014

Lo esencial al desnudo. Cristina Arribas


Cristina Arribas



 Nos tenemos con nostalgia

Hacia abajo nos prestamos

Y a su silencio

 



A su silencio





Yo vengo a recogerme


                                                                               

sábado, 10 de mayo de 2014

Una noche de sexo. Germán Piqueras



Hoy he descubierto el sexo por primera vez.
Y en él no hay Dioses ni creyentes,
solo un fuerte olor que aún perdura bajo la ducha.
Solo eso. Un olor permanente que no se puede borrar,
que va más allá de ser bueno o malo.
Es el sexo una tercera categoría en nuestra moral,
un espacio donde la patria es el color de un trozo
de carne degradándose hasta ser placer.
Ese placer de encontrar un charco
donde antes había un zapato,
ese placer de generar una idea
que nunca antes había presidido tu cabeza,
ese poder que solo brota cuando las lenguas se enredan
como queriendo arrancar los órganos.

Todo esto pasará y mi vida será plena,
creeré que no necesito al sexo,
hasta que los meados de perro en la pared
vayan borrando todas las superficiales capas blancas de pintura,
y solo quede una. En la que te encontré.
La real, la sucia, la mía. La que siempre está a la venta
y nunca se vende.

martes, 15 de abril de 2014

El deseo es como una herida... Teresa Domingo





El deseo es como una herida que se abre sin dolor, mostrando la sangre que tirita en el vaivén del mundo. 
Silenciosa en su devenir, roja como un manojo de cerezas, la sangre camina lentamente  y explora los  senderos de los cuerpos como si fueran mares en los que perderse como peces estivales. 
Sola en casa, me desnudo. Imagino tu piel y la memoria de tu piel, el tatuaje interior de un corazón que se agolpa y se cierne entre los muslos del tiempo, en las ingles de la alegría. 
Sola en casa, me acaricio. Huelo a incienso, a vela y me corono con un ajuar de rosas. 
Tendida en la cama, fluye el transcurrir, y el clítoris es una emanación  de la sima donde se esconde el alma de la perra, su celo y su lenguaje. 
Entre mis piernas, se evade la sombra. Las manos crean catedrales y, como el gótico, mi destino es perecer, perecer en un momento y resurgir con las olas del éxtasis. 
¡Oh aquelarre de la pasión, misterio de una luna que fracasa en los períodos de sus fases, vencida por el enigma de la carne

martes, 8 de abril de 2014

Las llamas se derraman en mi boca... Teresa Domingo

American silent film actress Anita Stewart pictured on the beach at Santa Monica,
whilst visiting Jack Mulhall, Alice White and Mervyn Le Roy
who were taking a break from filming Ritzy Rosie



Las llamas se derraman en mi boca
como besos, en el solsticio de la luz.

El sol se derrama y como Sémele
te pido tu esplendor, como si Dios pudiera
inseminarme y mi cuerpo fuera
la Pasión del Cristo.

El día me envuelve entre los coches,
huelo el alquitrán, la gasolina y el gasóleo,
el perfume del fuego y su rutina.

Sé que puedo ser hoguera, y mi carne
el combustible de tu semen.

Recreo el humo. Crea un ocaso
mítico, como un Teseo que pudiera
resucitar a Hipólito, como si la culpa de Fedra
recayera en todas las mujeres.