Aún
amo el cadáver que dejaste
el
que yace inerte aquí junto a mí.
Te
sigo amando a pesar de que no estés
tus
ojos oscuros como caballo despiadado,
aún
puedo oler el polvo que dejaste a tu paso
Amo
lo obsceno de tu sexo que se clavaba en mí
una
y otra vez sin tregua, sin compasión.
Y
ya no puedo seguir buscándote, pues no puedo,
no
puedo abandonar este bonito cadáver que es mi persona
yo
yazco junto a él y siento el frío de los besos que no poseo
de
las sábanas revueltas de aquel maldito y soñoliento hotel
de
tu eterna posesión de mi persona, ya no era yo
era
tan sólo un bonito cadáver que contemplar.
Mi
cabello ensortijado se enredaba en tus manos
mientras
me susurrabas dulces mentiras al oído,
me
sentí la diosa de tus silencios y desventuras
bebí
el dulce néctar de tus labios que lentamente
me
envenenaba.
Amo
lo obsceno de tu sexo que se clavaba en mí
una
y otra vez sin tregua, sin compasión.
Aún
amo el irreverente cadáver putrefacto
poco
a poco se consume reduciéndose
a
la nada.
Pero
sobrevivo y encuentro otras bocas
que
me dan placeres descosidos.
Un
alma rota se descompone a pedazos,
y
esos pedazos solo se curan
con
miradas que te traspasan de placer.
Mi
sensualidad conectó con tus manos
y
me electricé con los latidos de tu corazón
fue
tan difícil no ser mala contigo en la cama
y
dejarme llevar por miradas desaprobadas.
Amo
lo obsceno de tu sexo que se clavaba en mí
una
y otra vez sin tregua, sin compasión.
Tal
vez te amé ciegamente
Pero
sólo fue un instante
En
tus pensamientos.
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