Esta noche he soñado un verso,
no lo recuerdo
-como casi todos mis sueños-
pero sé que era implacable
porque he despertado con las manos
licuadas en la forma más almendrada de mi cuerpo,
y sé también que ofrecía enjuagar todos los miedos
porque un caldo tibio reverberando
en miles de gotas
temblaba en el antojo de mi centro.
Tengo la certeza de que el sujeto de tan dicho verso
d e l e t r e a d o,
chasqueaba, apostado entre mis piernas,
toda la soberana sabiduría de tu lengua.
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