Mi lengua mira por tu cerradura.
Su punta inquieta como una pupila
que gira a todas partes sorprendida
queriendo ser partícipe en la escena.
Ariete que se ceba en los enveses
de puertas entreabiertas y en barreras
que aguantan el asedio palpitantes:
incólumes frente a las embestidas.
Mi centro entra en la cueva de tu boca
y crece embravecido en la batalla
contra el viscoso monstruo que le apresa.
Quedamos en empate muy reñido.
Te rindes y mi lengua se retira.
Mi centro derrotado se desangra.
martes, 4 de junio de 2013
La misma cifra aunque le des la vuelta. Raúl Sánchez
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seguro que se levanta, tras la derrota
ResponderEliminarLas dos primeras estrofas son tan buenas,tan buenas...joder!
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