Abrí
la puerta, entrá despacio, descalza; dejá que te desnude con pausas
tras cada botón de tu blusa, dejá que baje mis manos por tu espalda
y desabroche tu brasier; pronunciá mi nombre mientras bajo tu
falda; dejá que esta lengua se apodere de tu vientre, mientras
cierras los ojos y te muerdes los labios, congelando tu sonrisa para
mí y gimes, y voy besándote el abdomen hasta llegar a tu boca, y me
mirás a los ojos mientras tu boca se ensambla a la mía, como pieza
faltante; y mi sexo se hunde en el tuyo, despacio, suave, lento,
disfrutándote, como te gusta que lo haga, para hacerte eterna y
profanada al mismo tiempo y tu aliento se desplaza por mi rostro como
buscando un sitio para habitar por siempre, hasta que te vienes una,
dos, tres, cuatro veces, con gritos suaves y constantes y me exiges
que siga hasta darte la victoria de verme vencido dentro de vos.
no se resistirá
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