jueves, 2 de agosto de 2012

Oculto vacío. José Manuel Vara y Begoña Grande + Crítica de Mery Caos


adelanto del libro Diosas de Burdeles de Almas (Neurótika Books)
Texto: Vara
Fotos performance: Begoña Grande
Crítica: María Góngora aka Mery Caos

Oculto vacío


La bañera escupe sangre hacia dentro,
siempre lo hizo;
de alguna manera aquella escena,
que ahora reproduzco hasta el más mínimo detalle,
forma parte del tejido neuronal de mi memoria;

Hoy me dispongo a regresar al trauma uterino,
hoy debo sumergirme de nuevo
en el líquido amniótico,
hoy quiero volver a experimentar lo que se siente
en el interior de la placenta,
hoy quiero encontrarme conmigo misma
o perder definitivamente la cordura.

Todas mis performance se basan en viejos traumas
anclados en lugares oscuros de mi cerebro,
silenciosos como oscuros pasajeros
de lagunas estigias particulares;

Conozco a la perfección cada centímetro cuadrado
de mi cuarto de baño,
con ese telón de fondo sensitivo que es el olor a humedad,
rancio como las traicioneras puñaladas de mil fracasos;

Cuento mentalmente cada ojo de cerdo
ensartado en el palo,
ritual fisiomecánico que responde a pulsiones internas
que me llevan a extremar el concepto de oralidad,
a destruir todos los conceptos aprendidos
desde pequeña;

Necesito experimentar algo similar a la repulsión,
notar el vómito fluyendo desde lo más íntimo de mí
después del acto cotidiano de la masticación
de algo ajeno a nuestros hábitos culturales:
masticación vómito, masticación vómito,
apreciando el sabor agridulce de la bilis
con hedor a dioses apestados y cosas muertas;

El peluche siempre estuvo allí,
jugando cruelmente a practicar regresiones de mi yo
a partes oscuras y violentas de mi niñez,
es por ello que planeé asesinarlo.

Asesinar a mi peluche predilecto
se convirtió en un acto obsesivo compulsivo
donde planificaba hasta el extremo el más mínimo detalle
de cómo se realizaría tal carnicería bizarra,
el peluche devorador de risas infantiles
con el ansia desbocada de un asesino en serie
días previos a su primer crimen;

El peluche del amor odio,
el peluche que quería masticar,
engullir,
tragar,
trozo a trozo,
pelo a pelo,
bocado a bocado
hasta ahogarme en él
obstruyendo mis vías respiratorias
en una apnea violenta,
escapando,
huyendo de una realidad hecha jirones,
cosidos de nuevo por modista ciega
aquejada de tuberculosis espiritual;

Me hundo con él en el agua turbia de la bañera,
con su textura malsana acariciando mi piel desnuda,
me hubiera gustado que alguien entrara de repente
y me hubiera follado allí mismo,
en el fondo abisal de mi infancia
y que me hubiera incrustado el peluche en mi vagina
mientras su polla se me atragantaba
en la garganta
y, luego, al final, me daría la vuelta como despojo humano,
y mientras el agua inundaba mi boca y mis fosas nasales
su miembro erecto navegaría por las entrañas de mi recto,
buscando, quizá, un oasis cuajado de excrementos;
y luego la nada,
el vacío,
el ahogamiento definitivo
mientras azotaba mis nalgas
con correa de padre violento,
castigándome por haber sido mala,
una niña muy mala
y luego me quedaba sola,
perdida en un mar minúsculo
de agua helada,
entre mi propia sangre, mi propia mierda
y filamentos amorfos
de semen coagulado adherido a mi piel,
a mi oscuridad,
a mi negación,
a mi abismo personal de locura contenida,
a mi realidad absurda,
a mi peluche asesinado con cuchillo de cocina
oxidado,
como los recuerdos de los amantes que nunca fueron
nada sincero,
sólo usureros emocionales
que me hicieron mutar en marioneta catatónica,
adicta al odio y a la metanfetamina,
y a la marihuana, y al alcohol en noches agrias
de bilis y rabia,
y a la ketamina,
y a la cocaína,
y al cristal cuando me apetecía visionar colores imposibles
dentro de uno de mis tantos cerebros paralelos
y a escapadas neuronales por el DF
en noches donde los demonios andaban sueltos
copulando con mentes-vagina
en trastiendas de luz mortecina
y olor a pescado en descomposición,
y a todo tipo de sustancias
que supusieran subir un peldaño más
en la escalera de la autodestrucción
así era yo desnuda ante la bañera,
la vieja bañera que escupía sangre hacia dentro,
como si tuviera el don de la menstruación,
menstruación dolorosa y vengativa,
como poso ranció de amantes asesinados
por sueños mutilados de pasión enrarecida;

Y me fascina mi propia imagen,
ensangrentada,
mirándome desde el espejo que filmo inconscientemente
con la cámara de vídeo digital que sostengo en la mano
me miro,
me analizo,
me observo,
y me doy cuenta de que algo anda mal
dentro de mi cabeza.
Enfoco al suelo:
sangre desparramada
sobre mis pies desnudos,
y tomo conciencia de que hoy aún no he follado;

Muchas horas pensando en esto: pelo mojado
y olor a humedad enganchado en el cuello,
silencio abisal,
un peluche flotando muerto en la bañera,
la imagen estática de un niño llorando,
quizá mi propio hermano o yo misma vestida
con ropas de niño,
entonces y sólo entonces decido cerrar los ojos
y hacer un desesperado fundido en negro
mientras dejo que la cámara siga grabando















La crítica constructiva que sigue es de María Góngora o Mery Caos, mi compañera en este dulce y amargo viaje de DIOSAS DE BURDELES DE ALMAS:


    • Vale, ya lo he releído un par de veces más, y antes de que se me olviden las cosas, voy a decirte lo que me parece. Espero no tomarme demasiada confianza al hacer esto que voy a hacer. Me pides mi opinión, y te la doy. A veces peco de ser demasiado sincera. Espero que no te moleste.

      Intuyo que las im
      ágenes forman parte de un vídeo performance. Me gusta la idea de que te pongas en la piel de la autora y "poetices" sobre el tema. Pero quizá sea demasiado explicativo, que no explícito. Es decir: si tenemos las imágenes, hay cosas que quizá no haga falta nombrar en el texto. Yo me centraría en "lo de dentro" y quitaría lo que ya vemos, si no todo, una parte.

      He mandado mis textos a algunas personas y tambi
      én he participado en veladas en las que leíamos y comentábamos nuestra poesía. De estas sesiones he aprendido lo que yo no veo en mis propios textos. También, los errores que cometía y sigo cometiendo a la hora de escribir un poema. No quiero decir con esto que haya que seguir siempre unas reglas, pero sí que a veces esas reglas ayudan al que escribe, y sobre todo, al que lee, a comprender y empatizar con lo que queremos contar.

      Hay cierto exceso de adjetivos y de conectores en el texto y eso hace que en algunos versos, resulte un tanto "pesado". Yo aliviar
      ía el ritmo, quitando comas y poniendo más puntos. Ayuda al lector a "respirar" y poder ir asimilando lo que está leyendo. El esceso de conectores se puede permitir en la prosa, pero en el verso, pesa demasiado y parece que estamos en una "lista de la compra" No se si me explico bien o me estoy pasando de la raya. (espero que no, joder!)
    • el exceso de adjetivos a veces hace que el verso se vuelva demasiado pesado y se pierda la imagen que queremos transmitir. Muchos son necesarios, es cierto, pero otros, podemos prescindir de ellos.

      El texto est
      á bien ordenado, comienza muy muy fuerte, y te dan ganas de seguir leyendo. Después viene una sucesión de imágenes en las que quizá sobran algunos verbos. Si estamos hablando desde dentro, desde lo que se siente en esa bañera, no hace falta buscar imágenes demasiado enrevesadas para explicar lo que queremos. Es simple, y es fácil. Está ahí.

      Hay versos que me encantan:

      "ese tel
      ón de fondo sensitivo que es el olor a humedad,
      rancio como las traicioneras pu
      ñaladas de mil fracasos;"

      sin embargo, yo, por ejemplo, quitar
      ía el adjetivo "traicioneras" no me hace falta. Ya traición ya la marca el puñal. no sé si me explico bien.

      "el peluche devorador de risas infantiles
      con el ansia desbocada de un asesino en serie
      d
      ías previos a su primer crimen;"

      me parece una imagen perfecta, sin embargo, en los dos si
      guientes versos, vuelves a repetir "el peluche" y sabes? me da la sensación de que si buscaras otra palabra que no fuera esa, ganaría en fuerza la imagen. Si ponemos "animal" y ya tenemos la imagen del peluche siendo descuartizado por el cuchillo, estamos dándole más fuerza al texto, no crees? "Peluche" es una palabra difícil de encajar en un texto tan fuerte y violento como este. Es cierto que es un peluche, y que estamos regresando a traumas infantiles, pero lo tenemos en la imagen, ¿para qué más? Es mi opinión, solamente.

      Lo que viene despu
      és me encanta. Toda esa estrofa en la que ella recrea el sueño de que alguien la folle, es bestial. Y aún así, me sobra algún adjetivo.


      No s
      é. ME gusta mucho la idea. MUcho, mucho, pero creo que puedes darle una vuelta más.

      Espero que no te moleste mi "cr
      ítica constructiva" EL texto es bueno, muy bueno. No me extraña que te hayas inspirado así, porque las imágenes son brutales, y dan para un texto así.

      A ver si podemos charlar pronto y me cuentas qu
      é te parece lo que te he dicho.

      Un abrazo ca
      ótico.
Mery Caos

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