martes, 7 de agosto de 2012

Aventuras de Amor y Perversión de CLARA MATEI.

Extraído de Crónicas de las publicaciones eróticas españolas. Los pecados de la carne, de José María López Ruiz. Ediciones Temas de Hoy, 2001.











La Novela Galante

[...]De nuevo -como era habitual años atrás- era "hija" de una imprenta (calle de Provenza, 304, Barcelona), iniciadora de lo que, con el paréntesis de la dictadura y la llegada de la república, llegaría a ser un desmadre sin frenos ni literarios ni gráficos que a veces tuvo que volver a las catacumbas de la clandestinidad, como en otras épocas. No obstante la crudeza de algunos de sus títulos, los tiempos, evidentemente, eran otros, y los autores ya 2daban la cara" y, si hacía falta, "daban" también con sus huesos en la prevención o en la cárcel. Por ejemplo, Fernando Luque y Xymenl, "escribidor" e ilustrador, respectivamente, de La lumbre de la pipa:

"Yo amaba una ninfa llamada Cayetana, que me correspondía espléndidamente. Mis compañeros caprípedos conocían este amor y respetaban a Cayetana, como yo respetaba sus predilectas. Cayetana tenía una de esas hermosuras que se llaman soberbias. Era casi una diosa. Sus flancos, anchos y potentes, se mostraban insaciables y violentos en la hora del amor. Sus formas y sus actitudes irradiaban, a la vez, majestad y gracia. Sus ojos estaban como adormecidos y su lengua aparecía de continuo entre sus labios, porque tenía el vicio de humedecérselos. Se adornaba los cabellos como las bacantes, con hojas de vid.
Era de una indolencia enorme y siempre estaba tendida entre las altas hierbas de las praderas, engañando a las mariposas, que iban a posarse en los altos fresones de sus senos.
Gastaba medias de seda verde, igual que todas las ninfas, y se calzaba con unas caprichosas sandalias blancas de tacón alto, sujetas con anchas cintas entrelazadas al tobillo. Habíala gozado yo cien veces y, no obstante, me enardecía siempre como la primera vez. Poesía el arte de parecer siempre nueva. Y es que como en la variedad está el gusto, ella, que buscaba el gusto, cultivaba con un gran ingenio la variedad. Yo me admiraba de su inventiva en las caricias. Además, era una "virtuosa" del molinete."

La lumbre de la pipa era un cuento completo de apenas 15 páginas que se escudaba en la vieja paganía de Grecia y Roma (a través de sus mitologías) para solazar al lector con refrescantes cuadros bucólicos sacados de la raíz común de "Dafnis y Cloe", pero incidiendo en las sacudidas de las entrepiernas -las de las ninfas, por un lado, y las de sus perseguidores y/o gozadores, los sátiros, por otro-. Siguiendo la moda cinematográfica La Novela Galante se sacó de la manga, rescatándola del olvido, la decimonónica novela por entregas (en su tiempo, la película, el film por jornadas), y uniendo en simbiótica liaison el ayer de La hija de un jornalero con el hoy de Las aventuras de Perla Blanca, de semejante injerto saldría Clara Matei, novela pasional en 18 entregas y formato epistolar, regalando con todo ello dosis infalibles -que, sin remisión, conducían al éxito- de suspense, interés, emoción y ansiedad. El autor de Clara Matei era Valentín de Pedro, un excelente periodista y cultísimo escritor. Las ilustraciones, tanto de las portadas de cada cuaderno como de las páginas interiores, pertenecían a un joven ilustrador que daría mucha, pero que mucha guerra con nuevo tipo de belleza crepuscular, vulgo jamona, rescatada por él para vivir una década más entre jovenzuelos y pollos pera. Su nombre, Demetrio. He aquí un texto parcial:

"Por otra parte, esta francesita [leemos en "Pasión y Muerte", último capítulo de Clara Matei] no me interesa; hay más, creo que difícilmente podría interesarme una mujer. Ayer mismo estuvo en mi camarote, un poco borracha de cocaína. Agotó todo ese dulce vocabulario francés, tan extenso, en sus acepciones amorosas. Me besó con aquellos besos tan húmedos y largos, de los cuales dicen los árabes que son mejores que un coito mal hecho. (¿Recuerda nuestras comunes lecturas del Kama-Sutra?). En fin, bien claramente se veía que venía dispuesta a obtener la victoria; hasta me ofreció dinero, mi querido amigo, todo el dinero que quisiera...
Tuve que echarla de mi camarote, echarla a viva fuerza, porque aquella muñequita se había puesto feroz. A sus lágrimas y súplicas contesté de una manera bien rotunda:
-¡Vete, vete...! Porque me volverías loca y no me satisfarías.
Es, sin duda, lo que contestaría a todas las mujeres. ¿Virtuosa? No, no... El refinamiento que ha llegado a su plenitud exige las dulzuras de una niña y la virilidad de un hombre. ¡Oh, si esta carta fuese abierta por la censura, qué espanto... para el censor! Pero, no. Esta carta está escrita para usted, bien para usted, que es el espejo donde se refleja mi alma."

Clara Matei que tenía, además, nombre y apellido en su existencia real y que De Pedro descubre al final de su novelita: Bianca Valoris, "la mujer más artista y la artista más mujer; a la que, por su gran espíritu, es alta, como Torre de Dios; a la que ha sabido darme la sensación de un feminismo noble y fuerte; a la que ha hecho del amor la más bella de las religiones y de la inteligencia su más fervoroso culto". 

En la última página de La Novela Galante la publicidad ajena era sustituida, a veces, por la propia con llamativos y equívocos reclamos, sin duda de irresistible eficacia. En efecto, a toda plana y en grandes caracteres, se podía leer;: PIERNOGRAFÍAS; que, en un 80 por ciento de los casos estamos seguros se leería PORNOGRAFÍAS. Pues bien, todo, o casi todo, era un equívoco.

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