¿Sigue siendo -o ha sido alguna vez- revolucionario escribir sobre sexo?
Lo ha sido y sigue siéndolo. Probablemente lo será siempre. Si en el mundo hubiera buen sexo y erotismo de cierta calidad, nadie se plantearía una guerra en Siria. El mundo va mal porque hay poco sexo. Esto lo dijo Freud a su manera (luego lo continuó Wilhelm Reich) y aquí parece no haberse enterado nadie. El sexo es muy revolucionario, pero si sólo queda reducido al sábado por la noche, ocurre más bien al contrario. Se convierte en algo reaccionario. Escribir sobre ello es recordar una posible solución.
¿Qué tal está la poesía? ¿Cómo le trata la vida?
La poesía está bien. Y estará bien eternamente. Los agoreros de la muerte de la poesía -cada cierto tiempo surge alguno- todavía no se han dado cuenta de que la poesía es un rasgo humano, una forma total de existencia, y por tanto nos sobrevivirá y pasará por encima como una de esas máquinas con rodillo que alisan las autopistas. La poesía es una buena compañera, una gran amante. Da mucho y pide poco.
La vida me trata bien. Me da poco y pide mucho. Es interesante.
Hay barras de bar y minibares en este poemario. ¿Es importante el alcohol para seducir? ¿Por qué flirteamos en los bares?
Dicen los argentinos que los españoles no vamos al psicoanalista porque nos pasamos el día en los bares. Puede ser. Luego está la represión y el miedo, todo eso lo deja a un lado el alcohol. Nos han dicho desde niños tantas veces que el sexo es malo, que nos lo hemos creído. Y la mayoría necesita alcohol para decir lo que siente, actuar cómo le apetece, etc. El alcohol es ese justificante perfecto en muchas personas para ser ellos mismos. El bar es el único lugar acotado socialmente para beber y flirtear. Hacerlo en cualquier otro sitio resulta sospechoso. Somos más conservadores de lo que nos gusta pensar.
Hay música en “Erosionados”. ¿Le acompaña cuando escribe? ¿Qué sonaba cuando escribió los poemas que aparecen en esta antología?
La única música creíble para tener sexo es algo tipo Gainsbourg. El francés es un pueblo que ha tenido más sexo que el resto, y eso se nota. Para escribir en cambio valen muchas cosas. Prácticamente todo. Mientras no sea con letras en castellano, claro, que confunde y mata el estilo. Para escribir he estado escuchando Alan Vega, The Fall o Television Personalities. Algo, en principio, bastante antierótico.
¿Por qué la habitación de un hotel?
Un hotel es un lugar extraño. Uno de esos espacios donde aparantemente no ocurre nada y sucede todo. Es el lugar perfecto para cometer un crimen, hacer un interrogatorio o tener el mejor sexo de tu vida. De hecho, cuando uno entra con alguien en una habitación de hotel se ve moralmente obligado a tener sexo. Es un código aceptado. Y para colmo, al día siguiente te hacen la cama y vuelven a colocarte en el baño nuevos frascos de champú y gel. Además, tiene esos cartelitos que ponen NO MOLESTAR para colocar en el pomo de la puerta y que curiosamente todo el mundo respeta. El paraíso debe ser vivir siempre en un hotel.
¿Qué se pone para escribir?
Me gustaría decir que algo sexy, pero no sería verdad. Cuando uno escribe se pone algo muy cómodo. No tiene mucho sentido ir de chaqueta-pantalón o con una corbata al cuello. La escritura fluye cuando uno se siente relajado.
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