Relacione estas dos palabras: “sexo” y “soledad”.
El sexo busca desprenderse de la soledad. A veces busca compartirla.
¿Sigue siendo -o ha sido alguna vez- revolucionario escribir sobre sexo?
Depende siempre de un cómo: cómo se trate, cómo se escriba. Pero creo que hoy en día el sentimentalismo es más tabú que escribir sobre sexo puro y duro. Supongo que hay épocas en las que, dentro de un contexto ideológico más bien reciente, sí ha sido más provocador, pero no se trata de ninguna novedad (se me ocurre, por ejemplo, Catulo y mucha poesía medieval).
¿Por qué accedió a participar en esta antología?
Por un lado, como reto para mí; por otro, alguna vez me han comentado que mi poesía es erótica sin que esa fuese mi intención primaria. Hay muchas formas de vivir el erotismo, claro, y también es algo que me parece interesante leer en los textos de esta antología.
¿Es la poesía una forma de perversión?
Toda buena literatura lo es. Más que de perversión, yo diría de subversión, o incluso –ojalá– de transformación, de crear un nuevo lenguaje y, en consecuencia, otra forma de mirar. De mostrar no quizás algo nuevo, pero sí lo que a diario no vemos, consciente e inconscientemente.
Hay música en “Erosionados”. ¿Le acompaña cuando escribe? ¿Qué sonaba cuando escribió los poemas que aparecen en esta antología?
Necesito silencio para escribir. Sin embargo, los momentos sobre los que escribo suelen tener banda sonora, curiosamente sin que yo lo elija. Cuando escribo, es como si el mundo se detuviera. La escritura y el sexo se parecen bastante en ese sentido.
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