© Anders Petersen |
Me
regalaron una caja de bombones y no pude resistir la tentación de
mordisquearlos todos, de probarlos todos y esperar a la alquimia de
la pasión, tú me gustas, tú no; como una niña maligna y aburrida
que juega con todos ellos. Busco algo apetecible, nuevo, diferente,
qué sé yo. Por fin doy con el bombón deseado, ése que me ha dejado
un regusto amargo pero que no puedo dejar de paladear. Te elegí a
ti, bombón de chocolate negro, el menos apetecible pero el que me
dio más sabrosura que otros, más placer, más locura. Encontré ese
éxtasis frenético, esa pulsión química, mágica, de dos cuerpos
calientes masturbándose. Estoy desnuda, me miras y ya no me puedo
esconder debajo de la ropa porque me muestro tal y como soy, sin
envoltorios sintéticos, y me muestro en todo mi esplendor con mis
pechos reclamando tu boca y mi sexo reclamando tu verga.
Te
saboreé hasta el infinito, lamí cada rincón de tu cuerpo, olí tus
cabellos, tu sexo, tu sudor. Bebí de tu saliva, caliente, suntuosa.
Te mordisqueé todo lo que me dejaste, hasta acabar contigo, con tu
pulso, con tu último aliento de vida. Lo siento, lo que no te dije
es que soy una mantis religiosa, no dejo títere con cabeza, me puede
la gula. Adiós bombón de chocolate negro, ¡hola bombón de
praliné!
No hay comentarios:
Publicar un comentario