Mert & Marcus |
Solía ajustar sus aletas a la altura
de los tobillos con dos cuerdas de yute. Después comenzaba a
enroscarlas desde los gemelos hasta la cintura, anudándolas
concienzudamente, recordando la técnica del shibari que el
maestro le había enseñado. Lo hacía lentamente, como si unas manos
ajenas quisieran aprenderse su piel, siempre como la primera vez.
Desnuda sobre la orilla comprobaba el
bucle de debajo del ombligo. Cómo la cuerda descendía hacia su
sexo, la presión entre los labios mayores y menores, el rizado de
debajo de los glúteos y el nudo ceñido al talle.
Después arrastraba su cuerpo sobre la
arena y se dejaba engullir por las olas.
Al otro lado de la isla, aterrados y
excitados, la esperaban los marineros.
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