viernes, 31 de enero de 2014

Cenicienta. Sofía Rhei


de El libro del voyeur  (VV.AA. Pablo Gallo, coord. Ediciones del Viento, 2010)





La puerta del aseo está llena de inscripciones amorosas. Si no me hubiera entretenido leyéndolas, no habría oído cómo alguien entraba en el cubículo contiguo y se masturbaba lentamente susurrando, entre jadeos, un nombre muy poco frecuente: el mío.

Tan sólo pude ver sus extraños zapatos, ya que se fue de repente, antes de que yo misma pudiera ahogar mis últimos gemidos mordiendo mi brazo.

Ahora sólo tengo que encontrarla.

miércoles, 29 de enero de 2014

Astro Deseo III. Leo Cáceres




tu incapacidad de amar prueba que tienes carne inocente
mi voz es un ferrocarril que roba besos al cinismo  
aroma                             cavilación 
labios ciegos
las mareas altas y bajas atolondran la órbita poliédrica de las nubes

solo hablan de la lluvia quienes han visto
cómo se abría el útero samaritano de la luz
o quienes han oído la concupiscencia del alba sobre la gleba ofrecida

a mí la lluvia nunca me ha mojado
lo hace el agua que transita por sus venas
la lluvia quintaesencialmente es silencio seco
 ropaje inútil que protege a la nada
cascarón agitado devastado uniformizado

en la punta de la lengua tengo el rumor oscuro de una muerte violenta
 armonía en forma de mortaja que me riza la los omoplatos
sonrisa en marcha surfeando en las pestañas de una montaña agonizante
en la punta de la lengua tengo un festín de nuevos colores
un bolsillo repleto de aves extintas

que se suban a tus hombros las canciones de las nubes
que se encaramen a tus ojos
por enredaderas invisibles
los conejos de luz que salen de las alforjas del vértigo

toda tú
una gota llana de lluvia futura
sangrando de miedo
subyugada por los vacíos carnívoros de la soberbia
aupada por las arenas movedizas de mi razón
soy un fantasma a punto de matarse en la horca de la realidad
 destrozando con mis aullidos las viejas dádivas de la luna

me gustaría evaporar mi ego en el calor de tu cintura

 cuando te llamo
tu teléfono
es un gorrión que vuela
y se pierde en el bosque 





Princesas. Estela Aguilar Jiménez





Nunca soñé
con ser princesa.
Me dan arcadas
las comedias
de amor americanas.
Pocas veces
me regalaron flores.
Pero hoy,
no me importaría
que apareciera
un príncipe
-no necesariamente
azul,
no soy racista-
que me sacudiera
a polvos
la tristeza.
Y después
que se vaya
a cazar ranas.

lunes, 27 de enero de 2014

EBCPE: María Prieto Varela





Defina “erotismo”

Contaminaciones culturales aparte, el erotismo es hablar por la boca del sexo, que es la piel; y erigir nuestra piel, nuestro órgano más inteligente, en portavoz de nuestra historia: de historia que se oculta tras el sexo o sexo que se oculta tras la historia, da igual.         


¿Sigue siendo -o ha sido alguna vez- revolucionario escribir sobre sexo? 

Hoy en día, incluso para un niño de diez años, el sexo no es ningún misterio. Lo verdaderamente revolucionario, en esta época tan cínica que nos ha tocado vivir, es escribir sobre sentimientos y emociones.    


¿Es el erotismo un tema importante en su poética? ¿por qué? 

Por supuesto. Porque mi manera de percibir el mundo, ya lo dejaba entrever antes, es más epidérmica que intelectual o puramente emocional y eso implica ser siempre honesta, más que con lo que me pido, con lo que me pone. Significa no establecer ningún sistema de filtrado entre mis palabras y yo, en desnudarme siempre que "el guion" (que en el poeta es su vida misma) lo requiera. Hay criaturas que se repliegan ante sus deseos, otras que se erizan. Yo soy de las segundas.         


Hay barras de bar y minibares en este poemario. ¿Es importante el alcohol para seducir? ¿Por qué flirteamos en los bares?

Scott Fitzgeral afirmaba que bebía porque con el alcohol ocurren cosas. Algo de esto hay. Y mucho de soledad e incomunicación, dos barreras que el alcohol ayuda a traspasar. Además, desde siempre, para follar no ha habido que estar bien dotado/a o tener encanto, siempre ha bastado con ser hermoso según los cánones imperantes, aunque luego  tuvieras la receptividad sexual de una ameba. Hay gente que dice que liga en los supermercados o en el metro y a mí me cuesta creerlo, a no ser que vayas buscando a la mujer de tu vida, claro, “mujeresyhombresdetuvida” los puedes encontrar relativamente fácil en un súper, lo jodido es toparte con ellos en un after, puesto hasta las trancas y despertando ocho horas después frente a un ser que es todo ojeras, imperfecciones y balbuceos. Flirteamos en los bares porque sabemos que la eternidad dura eso, unas ocho o nueve horas, como mucho.         



domingo, 26 de enero de 2014

Para ti y para mí una matanza lenta. José Vicente Martín Payán




Para ti y para mí

una matanza lenta

falsificada por

la languidez de los cómicos

desnudan sentimientos

reales en habitáculos luminosos

es fácil tenerme a mí

basta con tocarme

mis poros reaccionan

al soplo amargo de

tu piel violenta

déjame anónimo

si no estoy

sólo me rozas

sin querer nada más

vierte el deseo

en agujeros cónicos

sed de tu pelo

yo esperaré.


sábado, 25 de enero de 2014

Nieve en verano. Mamen Hernández


Josephine Baker



Me desdigo a veces con un beso en los labios,
con los labios a besos,
y en la boca una urgencia.
Llevo en el moño este afán desmedido
de la inercia,
de dejarme caer de bruces
en tus instantes.

Ya no sé tú, ya no sé yo,
Ya de mí, ¿qué sé?
No sé cuánto, ni a qué hora tampoco.
Ni del ahora me sé.
Pero todavía quepo en tus palmas, colmada de vértices,
y me acomodo a la euforia
en cada uno de mis aterrizajes forzosos.

Allí todo son aciertos.

Una escapada sin mochila hacia el ocaso.

Y sí.

Siempre hay un prodigio cuando nievas en verano.    

viernes, 24 de enero de 2014

Diario de un gato nocturno. Javier Gato

Cangrejo Pistolero ediciones, 2009





Finale {fragmento}


Entre colillas, condones, meadas y semen
se arrastra
viscoso,
lúgubre,
luctuoso,
el vientre gris de un silencio patético.




Nana del chapero
Duérmete en mis garras, pequeño príncipe solitario.
Abraza fuerte mi carne pecadora,
sobada,
y sueña húmedamente con mi libertinaje.
Olvida tu vida vacía, los sinsabores de tu trabajo
tu casa tan limpia, tu mente tan blanca,
tu mujer tan sufrida,
tus hijos tan callados.
Yo alisaré tus arrugas con mis uñas,
yo te endulzaré la garganta dándote a beber
mis maullidos.
Los gatos que caminan por tenebrosos callejones
te protegeremos esta noche, mi pequeño cliente.
Acurrúcate en el sofá con el felino callejero
y déjate regalar las caricias
que a mí nunca me han dado.
Agárrate bien a mi pecho, pequeño cliente
emborráchate de mi sangre, que tiene el sabor
De la vida que no se nombra,
de los olvidados porque dormimos de día,
de los que nunca tendremos tu dinero,
ni tu traje,
ni tu corbata.
Duérmete, yupi hermoso,
duérmete o vendrá el foro de la familia
y te meterá en su sucio saco.
Descubre, mientras te ronroneo al oído,
tu parte más ácida y oscura.
Mañana te despertarás solo, como un gato más,
con XXX euros de menos en la cartera.
Regresarás a tu casa y le dirás a tu mujer
que fuiste a por tabaco.
Y cuando caiga otra vez la noche,
pobre príncipe sin trono,
combatirás el frío de tu cama de 2 x 2
soñando con mi silueta,
saltando entre los tejados
un poco más magreada,
un poco más negra,
un poco más disoluta.


jueves, 23 de enero de 2014

Carnal. Alexander Vórtice



Vivir su vida (Vivre sa vie).  Jean-Luc Godard,  1962.



He visto calles desnudas y he olido
a las víctimas.

Callamos lo fundamental, como cuervos
bajo el cielo de una membrana infructuosa,
bajamos del cielo y perdemos la dinámica
de nuestro sempiterno terciopelo.

Ámame o échame a las fieras
el próximo invierno.
Come de mi mano o muérdeme el filtro
de mis futuros esquemas.

Yo nado en mares de mugre
y tú añoras canciones de los años 70.
Yo logro un desencuentro al mediodía
y tú ajustas con tus senos
la congestión que nos produce
la falta de erótica.

No somos nada hasta que las luces alternas
de esta ciudad corrompida y puerca
deciden cosquillear nuestros sexos venidos a menos
y así moldear un futuro mucho más carnal.

martes, 21 de enero de 2014

Contención. Olivia Martínez Giménez de León






Me encanta cuando eres tan impúdico y te noto las ganas. Me gusta que dejes que tu dignidad se haga líquida al verme. Lo elemental va por delante, ¿verdad? Lo primero. Lo esencial. Aquello que nos arrastra de manera irresoluble. Aquello que no entiende de códigos ni de formalidades. Y sí, ahora, con esos ojos de perro, con esos ojos de hambre, haciendo acopio de contención y sensatez, recogiéndote sobre el asiento, pero tan fuera de ti, estás tan animal… voy a dejarte un ratito más a ver hasta dónde aguantas.

lunes, 20 de enero de 2014

EBCPE. Sonia San Román






Defina “erotismo”

Una batalla estética, física y mental contra uno mismo o contra otros en la que la intención es que el placer salga ganador


Relacione estas dos palabras: “sexo” y “soledad”

Masturbación


¿Mecanografiado o a mano?

Primero a mano, ya habrá tiempo de usar juguetes


¿Por qué la habitación de un hotel?

Porque es territorio neutral en la batalla


¿Es la poesía una forma de perversión?

De perversión no lo sé pero sí que tiene mucho de neurosis.



domingo, 19 de enero de 2014

Parenthĕsis. Eloisse Louisse


Eloisse Louisse
Hacerle el amor a una piedra. 2013
Litogr
afía. Proceso de estampación químico.
Figur
ación / abstracción / geometría: construcción erótica.



  • Segundero, Minutero y Hora vagan a diferentes velocidades en el mismo lugar, escapando de sus pobres realidades sin llegar demasiado lejos.‘Somos tres, en un reloj’.

La noche se levanta para que las saetas hagan ruido, brindan el tiempo y se emborrachan de espacios. Pasan desapercibidos entre gentíos fulgurantes conformes de su existencia, encogiéndose y estirándose; son las sombras que controlan el tejido humano, su poder y ausencia pesan sobre todo. El manto con el que van cubriendo las calles se ensucia, ralentizando en grotesco sólido el tiempo.

Segundero, que va por delante, es detenido. Está siendo cegado por un brillante haz de luz que proviene del reflejo de un oscuro objeto. En la interrupción, Minutero choca con este, y Hora, con los dos. El roce cálido de los cuerpos se agradece en la noche fría y calmada.
Los otros dos reparan en la luz. Paralizados por la sorpresa y el gusto de sentir la desdicha de sus consortes cerca del vientre, el tiempo se ha detenido. En un espacio ensordecido por la muchedumbre, el ruido rosa queda cubierto por el chirriante chorro de luz que se va haciendo más intenso.

Segundero tiembla, un escalofrío de horror y placer le recorre el cuerpo. Se mea encima. El calor que desprende su entrepierna, coagula definitivamente la vertical sanguínea de Minutero. Hora mira cómo el charco de orina va creciendo. Conocedora de Minutero, agarra sus huevos a través del pantalón metiendo la mano por debajo de su trasero. Hora, atenta al charco brillante y nocturno del suelo, que refleja la estampa de los tres, y Minutero, enmudecido por el dolor testicular, no advierten que el resplandor ha cesado.

El Oscuro Objeto de Deseo susurra ahora al oído de Segundero. El desconocido, alto y estilizado, tiene los cabellos grises y un bigote pardo que acaba en patillas. Viste un traje negro hecho a medida y unos zapatos de charol.
Se gira en ciento ochenta grados y camina de frente, poniendo bajo su brazo, un bastón lacado negro.

Segundero rota, con cara de espanto a sus compañeros saetas. Los tres, han sido invitados por el señor Ood a un encuentro privado en su casa. Meados y helados de frio, poco temen tal invitación.
En desfile normalizado, siguen al Sr. Ood por una calle estrecha que huele a orina, redoblando el aroma que empapan. Hora corre para golpear los huevos de Minutero, con el recuerdo de la meada anterior, para descubrir el rigor de su bragueta. Ahora, las tres manecillas arden en su interior, mascando un desagradable destino. La negación se va apoderando de ellos, mientras esperan en la puerta de un local dónde ha entrado el Sr. Ood. Se observan. Segundero es mediano y robusto, lleva los pantalones mojados por el pis, con su ropa interior y zapatillas también empapadas, al menos la cazadora de piel le abriga. Él, mira a Minutero y Hora, ambos delgados, el alto, ella baja, con abrigos, vaqueros negros y botas. Todos visten de oscuro, viaje funerario, por placer,…quien sabe.

Al salir del local el Sr. Ood, aparece un coche negro extranjero de gama alta tras ellos. Les indica que se metan dentro del coche, dónde tres sacos negros les esperan, para que se los coloquen en las cabezas.
  • Es por seguridad - dice.
Motivados por lo perverso de la idea, cada uno se coloca su saco sin rechistar. Hora aprieta bien fuerte el suyo en el cuello al atarlo, a fin de que le falle la respiración. En el viaje, Minutero escucha la dificultad pulmonar de Hora, y palpa a ciegas su cara y su cuello para comprobar la asfixia. Mete la mano entre las piernas de Hora, que rezuma un calor húmedo casi audible.
El coche se detiene, al parecer han llegado, y cada uno es llevado del brazo.
El Sr. Ood les da indicaciones para que se quiten los sacos y se acomoden en su lujoso salón. Está decorado con todo tipo de objetos insólitos al lugar, contrastando con el ambiente racional que le proporciona el mobiliario. Sobre la mesa de café, se encuentra un sobre.
  • Es para vosotros - dice.
Hora coge el sobre y mira su interior, hay una gran suma de dinero.
  • ¿Qué quieres que hagamos a cambio de esto? - pregunta Hora.
  • Vuestra impertinencia me agrada. Quiero que folleis para mí, los tres.- hace una pausa y les mira. Continúa: - El funcionamiento será el siguiente. Estaremos en una sala insonorizada, allí sólo hay una butaca, en la que yo me sentaré. Mientras, irán entrando en la sala una serie de objetos que deberéis ir introduciendo en el acto. ¿Alguna duda?
  • ¿Son estos? – Refiriéndose a los objetos que decoran el salón.
  • No, ya están preparados. Los irán trayendo mis ayudantes.
  • ¿Hay cámaras en la sala?
  • Ni una sola.
  • ¿Y cómo podemos fiarnos?
  • Podéis alquilar una habitación de hotel con vuestro dinero y esperar un par de días a que lo organice todo.
  • Regresamos mañana a casa. Una pregunta más ¿tenemos que follar en el suelo?
  • Podéis hacerlo dónde queráis, pero la habitación no tiene ningún tipo de decoración ni mobiliario. – concluyendo – Cuando estéis listos avisadme.
Los tres se levantan del sofá con el ímpetu de quien se coloca a la cabeza de una fila para ser el primero.
  • Debo pediros que os pongáis los sacos de nuevo. - añade el señor.
Entre desconfianza y lasciva curiosidad, los tres desequilibrados se cubren.
Nuevamente les conducen del brazo.

Cuando llegan a la habitación, son desnudados aun con las cabezas cubiertas.
  • Podéis comenzar. – una voz solemne les incita.
Hora se quita el saco y observa la habitación. En frente de ellos, tal y como dijo, se encuentra el Sr. Ood sentado en una butaca. En la mano lleva un interruptor. La habitación se encuentra vacía, es un cubo azabache, retro iluminado por luces halógenas bajo una hilera de vidrio traslucido que recorre las esquinas del suelo, creando una atmosfera singular e irreal. A la izquierda hay un hueco en la pared, a modo de boca de escenario, por el que no se ve nada.

Cómo los otros dos aun no se han quitado los sacos, Hora aprovecha para atarlos por los cuellos espalda con espalda. Segundero comienza a menársela e intenta agarrar a Hora, que le escupe en el pecho y huye, buscando el miembro de Minutero. Este, comienza a preguntar por qué Hora ha hecho eso y recibe una bofetada de Hora, que agarra a la vez con la otra mano su rabo. Minutero calla y Hora, arrodillada en el suelo, desplaza su mano lentamente de arriba abajo por el pene de Minutero, con la ayuda de la lubricación del líquido seminal que delata su harta libidinosidad.

Segundero y Minutero, buscan el ano del otro, y se acarician mientras cada uno tiene su polla ocupada. Hora engulle el pene de Minutero, escupiendo la mezcla de saliva y fluido lechoso que se va acumulando en su boca. Un hilo de flujo brillante se desliza entre las piernas de Hora hasta el suelo, para reunirse con los fluidos que salen de su boca. Pone la mano en su coño y agarra todo el flujo que puede. Con la otra mano, afloja los sacos, y bajo estos, restriega sus manos por las caras de ambos, que absorben el hedor y la saturación de su entrepierna.

Segundero y Minutero se deshacen de sus respectivos sacos, se giran, y comienzan a masturbarse el uno al otro con rabia.
Hora coge del pelo a Minutero y arrastra su cara hasta su coño. A cuatro patas Minutero lame el clítoris de Hora, mientras que Segundero humedece el ano de Minutero para introducirle su pene.

El Sr. Ood no se inmuta, y observa cómo por fin aparece uno de los objetos, que resulta ser un cohete blanco de unos dos palmos.
El objeto es llevado por una de lo que parecen ser las ayudantes del Sr. Ood. La chica, tiene la mirada vacía. Su pálida y fina piel muestra de manera translucida, sus venas y arterias verdes y azules. Es menuda, completamente lampiña y sus rasgos faciales menudos y concretos le dan un aire oriental. Al entrar su cuerpo en el habitáculo, se ilumina por contraste cómo una fuente de luz congelada.
El Tiempo se estremece, y Segundero le arrebata el objeto de las manos para introducirlo en su ano. Antes de que la ayudante se marche, Hora se desprende de Minutero, que está siendo sodomizado por Segundero, y engancha la cerámica piel de la sirvienta, que hieráticamente se resiste.
  • Eso no está permitido, querida. – advierte el Sr. Ood.
  • Dijiste que cualquiera de los objetos, y tus ayudantes lo son. – replica Hora.
  • está bien. Veamos que hacéis.
La sirvienta, pudorosa, se clava en el suelo y Hora pide ayuda a Minutero, que ha perdido la atención de Segundero, dedicado ya totalmente a su propio ano. Entre los dos, consiguen reducir a la ayudante, y tumbarla en el suelo de piernas abiertas. Mientras Minutero la agarra de los brazos y muerde sus pechos, Hora tienta la vulva imberbe de la sirvienta, que parece estar muda.
Ambos desean proporcionar placer de forma tortuosa a semejante rectitud. Cómo si la ayudante en sí misma fuese un vidrioso dildo sacro tamaño persona, Minutero y Hora se dedican a moverse alrededor de su translucido cuerpo con la intención de quebrar tal fragilidad decrepita.
Hora siente una presión vacía en la garganta producto de la excitación, que le está provocando cierto mareo. Corre a introducirse el aparato de Minutero en la boca, hasta que casi sin poder respirar, comienza a toser y vomita sobre él y la ayudante. Hora escupe y sigue tragándose el pene de Minutero, que atrapa la cabeza de la ayudante cómo un balón y la acerca a sus sucias piernas. Esta, temiendo la reprimenda de sendos faltones, comienza a ingerir el vómito de Hora, que se traslada hasta los muslos de la sirvienta y comprueba que el blanquecino pliegue que acogen, aun no está mojado. Hora acerca su lengua al límpido ano y la sirvienta da un respingo acompañado de un gemido ahogado. Se tira al suelo boca arriba ocultando su culo, pero Minutero y Hora consiguen tumbarla del revés. Hora se coloca encima, e indica a Minutero que le penetre y al recibir Hora la embestida, vacía su cuerpo, escupiendo un chorro de líquido transparente que cae sobre el eclipsante piñón de la sirvienta.
Ambos estimulan con sus dedos y la reciente fluidez, sendas cavidades.

Al otro lado, el cohete ya instalado en el ano de Segundero, le hace gemir y llorar en una amalgama de sentidos hirientes y placenteros.
  • Por favor, chúpeme la polla. – dice dirigiéndose al Sr. Ood.
Los ojos oscuros del Sr. Ood centellean y contaren el espacio ambiental, generando una tensión que roza a los cinco.
  • ¿No prefieres que lo haga alguna de mis ayudantes?
Segundero gime más fuerte y se acerca al Sr. Ood, que agarra su bastón y le responde con un rápido golpe en la espinilla. Cae de rodillas al suelo y gimotea. A duras penas camina de rodillas mientras se masturba y atina a correrse sobre los lustrosos zapatos del Sr. Ood, que empuja con su bastón la cabeza de Segundero hasta ellos para que lama el semen derramado. El Sr. Ood le ordena que le enseñe el interior de su boca y Segundero se lanza encima de él, desluciendo su presencia con una mezcla de saliva y el semen recogido. El Sr. Ood se levanta y lo lanza al suelo.
Minutero se gira, se arrastra por el suelo hasta el bastón del Sr. Ood, lo coge y le golpea los gemelos con fuerza. El Sr. Ood cae sobre Segundero y Minutero se coloca de pie sobre la espalda del señor. Con el bastón le aplasta la mano derecha y sin soltarla, se baja de la pila de carne con diligencia. El Sr. Ood se gira para agarrar su mano con expresión de dolor. Segundero consigue colocarse encima para inmovilizarlo y comienza a besar su cara. Mientras el Sr. Ood intenta zafarse del robusto Segundero, Minutero aprovecha para ir desnudándolo. Al hacerlo descubre que ha debido sufrir algún accidente u operación en el pene, una cicatriz oblicua como si hubiese sido parcialmente seccionado, cosa que se lo deforma y produce una erección irregular y grotesca.
  • ¿Tira mucho cuando se te pone tiesa, eh? – asalta Minutero mientras acaricia con el mango del bastón el duro aborto que acaba de hallar.
Minutero se agacha, tratando de descubrir cuál será la reacción del señor ante el seguro dolor de mover sus pellejos, y a la misma vez se pregunta, de qué manera reaccionarán esas pieles ante el impulso de sus manos.
El cuerpo del Sr. Ood exclama en un alarido de violencia que aparta el cuerpo de Segundero.

Contiguamente a ellos, un sonido ahogado entre lágrimas, nacido de la mano de Hora, se escapa de la boca de la ayudante. Al comenzar la humillación de su amo, la sierva, siente el alivio de la empatía del dolor con este, así como la rabia liberada de su servidumbre y una falta tenaz por tales emociones que le transportan al vomito espiritual que poco a poco va provocando Hora. Por fin aquel cuerpo translucido cobra una solidez blanda y moldeable, solo su interior sigue preso, lastimado por su propia obcecación, que la ha llevado casi a la muerte de la conciencia. Siendo así, descubre Hora que la liberación no ha sido suficiente, y que debe proporcionar más terreno plácido a ese ser tan etéreo. Se acerca a la boca de la ayudante y mientras le acaricia la mejilla, le susurra al oído que saque la lengua. La sierva obedece, y Hora le pide que abra bien la boca. La mano de Hora que rozaba el pómulo se desliza hasta lo más profundo de la lengua de la sierva, acariciándole una y otra vez la lengua hacia afuera. Cuando la mano esta baboseada de la salivación provocada por las arcadas de las caricias de Hora, coloca la palma empapada en el clítoris de la ayudante, presionando en dirección circular. Llevando por la parte posterior de la cabeza a la sirvienta, se acercan a los otros tres, para definitivamente poner en tiempo presente el reloj al que se le ha estado dando cuerda.

Minutero sentado en el pecho del Sr. Ood, sujeta con los pies el bastón sobre el cuello de su preso, para inmovilizarlo y poder atarle las manos con una cuerda de uno de los sacos. Para que Segundero pueda seguir jugando con el extraño pene del Sr. Ood sin que la estancia se llene de gritos, Minutero le llena la boca con el saco negro arrugado.
El Sr. Ood es colocado a cuatro patas entre tensas convulsiones tratando de evitar el acido ardor que resquebraja el afable gusto de la masturbación.
El mango del bastón, del que le liberan de ser ahogado, reemplaza ahora al saco húmedo que tenía en la boca. Segundero coge el saco hecho una bola y trata de introducirlo en el ano del Sr. Ood. Con dificultad, saca el cohete de su ano, que segrega una baba marronacea con hilillos de sangre, se unta la mano en el potingue y lo restriega por el ano del señor para lubricarlo. Bien ungido, consigue ya introducir el saco y se dedica a seguir acariciándole la polla, que sin lugar a dudas es lo más oculto y oscuro de aquel hombre opaco y brillante.

El suelo a los pies del amo se llena de lágrimas de la sierva, que se retuerce mientras Hora sigue deslizando su mano en la suave y frágil entrepierna cada vez más hinchada, sonrojada y chorreante.
Minutero coloca la sirvienta a cuatro patas con el culo en frente de la cabeza de su amo. Hora, que sigue tocando el clítoris de la sierva, bajo esta y su amo, introduce el extremo libre del bastón al otro lado de la boca del señor en el agujero iridiscente de la ayudante, que está siendo ahogada por el pene de Minutero. Ahora el bastón se encuentra entre el ano de la sierva y la boca del amo, que sufren cómo bestias heridas en el suelo.

El Tiempo apresa la opción definitiva de sesgar el hilo de las vidas de los cuerpos sodomizados, en un fulgor mortal de perversión que atraviesa el cuerpo de los cinco cómo una aguja electrificada, haciendo desaparecer el bastón bajo el sonido infra epidérmico que derrama grandes cantidades de fluidos sanguinolentos sobre Hora, congelándolos de forma simultánea en un brutal orgasmo.







sábado, 18 de enero de 2014

Cuarteto de jazz erótico en la 208. Abel Santos

De Todo descansa en la superficie (Ediciones Vitruvio, 2013)






Desde fuera, la lluvia, nos incita,
constante y narcótica, a que entremos en trance,
nos invita a formar parte
de su canción, con ese siseo propio
de percusión deslizante,
de insinuante
ritmo jazzístico.
                             Relámpagos
graves y consecutivos, los corazones
retumban como un contrabajo.
Las manos son pentagramas de calor.

Por la sábana somos enfocados.

Nos acariciamos, conectamos nuestros cuerpos
tendidos, vibrantes, sutiles.
                                                Divagamos,
pero sabemos adonde queremos llegar:

perseguimos ese éxtasis sinfónico
de cuando cada uno de los instrumentos del amor
aportan la huella de su pasión,

natural, improvisada, libre,

hasta conseguir esa fusión
en la cual no se diferencia
cuándo se manifiesta tu alma o la mía
en el voluptuoso clímax del jazz erótico.





viernes, 17 de enero de 2014

La reina del burdel (fragmento). Macky Chuca

Editorial Sloper




Los potrillos recién nacidos, rosados, salvajes, son algo digno de ver.

Quién puede culparme de mis deseos de alocada, si solo hago aquello que Dios Nuestro Señor dijo que hiciéramos. Que nos juntáramos y fructificáramos. Y tu piel me habla en un lenguaje en el que nadie me ha hablado antes.

Claro que hay otras pieles, faltaría más. Se me acercan en diversos estados de excitación, varias formas de olisqueo de culo y de refulgir de dientes, y yo voy decidiendo, con el dedito, este sí, este no. Solo los mejores ejemplares de la especie, los bien formados, con poco vello corporal, ojos brillantes, ni un pelo blanco en el morro ni en las sienes. Siempre los mejores. Yo sé que tengo las feromonas ganadoras, que las mías huelen cien veces mejor que las de las otras pobres cachorras bañadas en perfume y cremas. Mi pelo es sano y fuerte, las uñas un poco largas, la piel resplandece, todo en mí es firme y turgente, un buen ejemplar de la raza, un cuerpo hecho para el amor.

Mi ropa interior es negra. Siempre. Pensé que te gustaría saberlo.

Un hombre del bar del teatro me pidió el teléfono. Le dije que yo no arreglaba las cosas importantes por teléfono. Se quedó mirándome y preguntó:

-Pero cómo hago para verte otra vez.
-Me estás viendo ahora y el tiempo corre.

Qué vas a hacer al respecto.

El pasillo de camerinos era un buen lugar a esa hora. Ya solo quedaban las flores que la prima donna no había querido llevarse. El tipo sabía comportarse e incluso me sorprendió en un par de ocasiones. No hablaba. Yo tampoco. A veces los mudos son de lo mejor, se quedan como alucinados después. Este era más serio que los otros.

A pesar de haber pasado un buen rato, te echaba de menos.

Me llevaste a tu casa. De paso compramos vinos, y papas fritas de bolsa, que nunca me gustaron. De todas maneras era increíble cómo me gustabas vos, con esa cara de pelotudito.

Tu compañera de piso era, según lo previsto, una arpía. Se moría porque le dedicaras una mirada lasciva, pero vos eras bastante forro y ella no podía desatar lo que desataba yo, porque para algo era yo quien era. Chispas te saqué esa noche. Le dediqué, desde mi mente de mina jodida, un par de acabadas gloriosas. Yo nunca finjo, y vos de todas maneras no te hubieras dado cuenta. Pero estaba tan borracha de mi propio poder que los orgasmos me gustaban el doble.




jueves, 16 de enero de 2014

NINGYO. Jorge Ortiz Robla


http://thebijouxeditrix.blogspot.com.es/2011/08/get-knotted-shibari-style.html
Mert & Marcus



Solía ajustar sus aletas a la altura de los tobillos con dos cuerdas de yute. Después comenzaba a enroscarlas desde los gemelos hasta la cintura, anudándolas concienzudamente, recordando la técnica del shibari que el maestro le había enseñado. Lo hacía lentamente, como si unas manos ajenas quisieran aprenderse su piel, siempre como la primera vez.

Desnuda sobre la orilla comprobaba el bucle de debajo del ombligo. Cómo la cuerda descendía hacia su sexo, la presión entre los labios mayores y menores, el rizado de debajo de los glúteos y el nudo ceñido al talle.

Después arrastraba su cuerpo sobre la arena y se dejaba engullir por las olas.

Al otro lado de la isla, aterrados y excitados, la esperaban los marineros.



miércoles, 15 de enero de 2014

De cómo todo tiende a acabar. David Vázquez

Extracto del relato Una nota de rechazo




Me esperaba desnuda, medio tumbada en el sofá con la pose de mujer fatal. Encendió un cigarrillo, exhaló el humo y me miró. Yo me acerqué sin dudar. Llevaba toda la tarde esperando. Me desvistió poco a poco, entre caricias, y me tumbó sobre los cojines desgastados. No hubo más preámbulos. Ella se puso encima. Llevaba la iniciativa. Abrió las piernas y comenzó a contornear su cadera, mientras yo permanecía inmóvil, observando sus movimientos pélvicos, agarrándome a sus pechos turgentes. Hasta entonces, simplemente, no hubo palabras. Silencio y gemidos. Respiraciones fuertes. Pero no hubo una sola palabra. Se acercó hacia mí. “¡No! Nada de besos. Ese es el trato”. Y volvió a ponerse erguida. El ritmo se fue acelerando, notaba cómo se humedecía toda la parte interior de sus muslos y de mi entrepierna. Excitados. Estábamos a punto de irnos. Puse mi mano en su nuca, por debajo de su pelo, acerqué su cuerpo apretándolo contra el mío y clavé mis dientes en su cuello. Una pausa, respiramos hondo y nos quedamos inmóviles en la misma posición. Ella se levantó, se acercó a mi cara apoyando su frente contra la mía. “Lo sabes, es parte de nuestro acuerdo. Nada de besos. No necesito que vuelvan a machacarme el corazón”. Me levanté y me dirigí a mi habitación. Ella encendió otro pitillo, se sentó en el sofá y encendió el televisor. La frecuencia con la que nos acostábamos era cada vez mayor. También inevitable. Compartir piso alquilado hacía de los encuentros un estímulo. Aunque siempre acabábamos durmiendo en camas separadas.




martes, 14 de enero de 2014

Tragedia pornográfica. Patricia Úbeda Sánchez





Nos metieron en bolsas de basura, rozando la felicidad.
Estábamos condenados a soñar como conejos.
Pudimos cegar al sol sin embargo a los muertos no.
Pregunté a los animales cómo era el amor, y me contestaron
que estaba lejos de mis manos y de las patas de una cama.
Pregunté cómo era morir, y me contestaron
que en el fondo lo sabían pero no podían decírmelo
porque no podría amarte con los mismos conejos de antes.



lunes, 13 de enero de 2014

EBCPE. Olivia Martínez Giménez de León









Defina “erotismo”.

Entiendo el erotismo como una forma de sensualidad. Se genera en la sugerencia, en la insinuación. Así que también tiene mucho de ensoñación y fantasía.  


¿Sigue siendo -o ha sido alguna vez- revolucionario escribir sobre sexo?

Ha sido muy revolucionario. Actualmente, no sé si diría que lo es tanto, pero por supuesto que todavía suscita esa mezcla de sobresalto y curiosidad un poco morbosa. El erotismo y la sexualidad hoy en día , todavía, son tratados con poca o escasa naturalidad. 


Relacione estas dos palabras: “sexo” y “soledad”.

Lo primero que pienso es en masturbación. Lo segundo, en cuando se utiliza el sexo para aliviar la soledad. 


¿Es el erotismo un tema importante en su poética? ¿por qué?

No sé si lo es abiertamente, pero lo corporal y lo sensual tienen mucha presencia en casi todo lo que escribo. El cuerpo es el punto de partida para vivir y experimentarlo todo, incluso las ideas. Entiendo que hasta lo más abstracto se conecta al cuerpo. Y claro, del cuerpo al erotismo no hay mucha distancia… 


¿Se siente a gusto en la ciudad donde vive?

Vivo en Alicante. Ésta es una ciudad con mar, sol y gente de paso. Vivo en la periferia, cerca de la playa. A nivel institucional, cambiaría muchas cosas del panorama local, y si nos referimos a cuestiones de política cultural, más todavía. Sin embargo, he de decir, que con los años me he acostumbrado a vivir aquí. Tengo una red de afectos ancha y hermosa, y una vida bastante tranquila y agradable. Quizá, aquí no exista la vida cultural de una gran ciudad, pero tampoco puedo acudir a todo lo que se ofrece. Además, me gusta mucho lo de vivir en la periferia costera y estar un poco alejada del ruido de la ciudad. 


La importancia de que nos reciten. Presentaciones de libros, lecturas en bares, slam poetry, prostibulo poético. ¿Qué opina?

Que la poesía recitada cobra cuerpo, adquiere volumen. Me parece que al recitar un texto le das una nueva vida, lo conectas con el otro y lo terminas, o adquiere otra terminación. Además de que me gusta por lo escénico y rapsódico del asunto. 


Hay barras de bar y minibares en este poemario. ¿Es importante el alcohol para seducir? ¿Por qué flirteamos en los bares?

Los bares suelen estar a oscuras y el alcohol relaja y calienta los tejidos. 


¿Por qué accedió a participar en esta antología? 

Era una oportunidad preciosa, porque yo apenas he publicado, y pasó casi sin darme cuenta. Le envié a Adriana los textos y ella me propuso incluirlos en el libro. Le dije que sí sin dudarlo. 


¿Mecanografiado o a mano? ¿Qué se pone para escribir? Hay música en “Erosionados”. ¿Le acompaña cuando escribe?

Me gustaría tener rituales a la hora de escribir. Ser de estas personas que siempre escriben con pluma o se ponen una bata de seda heredada o escuchan siempre a un determinado compositor. Pero lo cierto es que no tengo rituales: tengo tres o cuatro libretas en marcha, varios documentos en el procesador de textos. A veces, cuando escribo en casa, escucho piezas instrumentales y otras veces, me quedo en silencio; en ocasiones escribo en una cafetería; algunos poemas los he escrito en el coche. Y respecto a lo que llevo puesto, lo cierto es que muchos poemas los escribo en pijama, con todo lo antierótico que esto puede ser. 



sábado, 11 de enero de 2014

Mente fría. Cristina Ocaña





Me mordiste la pierna en un arrebato de pasión. Estabas sobre mí a punto para la invasión. Las propiedades de la suma te las dejo para ti, yo soy más de letras y de humanismo pacifista.
Tienes la mente fría.
Úsame, pero con moderación, sin destrozarme el corazón, sin ataduras estúpidas, sin rencores. Búscame en el polo norte, yo te daré calor en tus noches disipadas de burbujas inútiles. Bésame, pues no lo haces lo suficiente, mente fría. Parece ser que eso significa para ti algo más trascendental, algo que va más allá de lo íntimo. No quiero nada de ti, sólo encuentros dispares en ocasiones contadas.
Ahora sigo con la invasión, estás encima de mí y me muerdes la boca, pero sigues sin besarme, me rehúyes constantemente, y yo tampoco te busco. Me dejo llevar como la corriente electrizante que recorre nuestros cuerpos semidesnudos. No hay apenas pasión, no hay sabores ni olores peculiares, todo es aséptico, frío, inconsciente.


Madura mente fría, madura. Soy toda una mujer, pero tú no te has dado cuenta.

viernes, 10 de enero de 2014

Habitación del hotel. Beatriz Gimeno

de Sex, Beatriz Gimeno. Editorial Egales.






Por fin llama a la puerta, abro y entra Ana con esa sonrisa suya que tanto me duele. Al verla es como si me vertiera, como si todo lo de adentro saliera afuera; el corazón, la sangre, las tripas, el sexo, los músculos, todo se vacía y después vuelve a llenarse en un movimiento que me incendia por dentro. Estamos de pie frente a frente, mirándonos. Ni siquiera nos hemos saludado porque yo, como siempre que estoy con ella, no sé qué quiere de mí; no sé lo que preferiría que yo hiciera, porque no suele halar mucho y yo, que me gusta contarlo todo, me quedo paralizada con su silencio. Entonces alza su brazo y restriega su mano cerrada contra mi boca hasta hacerme daño y, cuando ya me voy a quejar, abre la mano y me acaricia los labios con los dedos; con sus preciosos dedos, delgados y huesudos, que parecen hechos nada más que para introducirse en todos mis orificios. Su dedo perfila primero mis labios cerrados y después presiona para abrirlos. Su dedo perfila primero mis labios cerrados y después presiona para abrirlos, y ese mismo dedo recorre mis dientes y después mis encías para empapar mi saliva y con ella empapar mis propios labios. Por fin, cogiéndome la cara con la otra mano, me abre la boca y me mete un dedo, dos, tres; y yo los chupo y los acaricio con mi lengua, los recorro, los succiono mientras ella los mete y los saca y recorre todos los intersticios de mi boca. Después es su mano entera la que juega con mi boca, la palma de su mano, la que aplasta contra mi cara; es su mano la que intento lamer y es su dedo pulgar el que me trago. Por fin se cansa de este juego y se decide a besarme. El beso de Ana, que reconocería ante cualquier otro beso, que es tan extraño, tan diferente. Mete su lengua en mi boca, la recorre entera, me muerde los labios, me llena la boca de su saliva. Yo gimo y retrocedo, porque siento que me falta el aire, los pezones me duelen, el clítoris hinchado y palpitante me avisa de la necesidad que tiene de que le toque y le descargue. Por eso quiero que su mano me presione ahí: en el centro neurálgico de mi desesperación, aunque sea por encima del pantalón. Le cojo la mano y se la llevo hasta ese lugar, que me desespera y del que siempre me falta ella, y se la aprieto contra mí. Pero aún no es el momento y por eso, desasiendo su mano que busca retenerla en mi pierna, me da una bofetada que sirve para mostrarme, por si me quedaba alguna duda, quién manda ahí, por si no lo había entendido. Ana, naturalmente. Su bofetada, que ha dejado mi mejilla encendida y caliente, me ata a ella más fuertemente que si me pusiera una correa en el cuello: así fue desde el principio, así será siempre.

Entonces me sube la camiseta por encima de las tetas; ya sabe a estas alturas que nunca llevo sujetador. Me pellizca los pezones, me los acaricia primero con suavidad, después con más fuerza, hasta que consigue ponerlos duros y erguidos, y después me los succiona. Me desabrocha el pantalón y, metiendo su mano por debajo de las bragas, pone su mano en mi coño, y sólo ese contacto supone un placer tan intenso que tengo que poner mi cabeza en su hombro, apenas me tengo en pie. Empieza a apretarme el clítoris rítmicamente y siento que me voy a correr, pero Ana no quiere que eso ocurra y por eso, cuando siente que ya estoy a punto, me empuja hasta la cama, me pide que me desnude y los hago. Y durante un rato que se me hace eterno me mira ahí, bien abierta, abierta para ella en realidad, y entonces se quita el abrigo (aún no lo ha hecho). Lo deja en la silla y saca del bolsillo un dildo y un condón, y se lo pone despacio y con cuidado.


lunes, 6 de enero de 2014

EBCPE. Sara R. Gallardo





Defina “erotismo”. 

→ véase Booktrailer “Erosionados”.


¿Sigue siendo -o ha sido alguna vez- revolucionario escribir sobre sexo?

Sigue siendo revolucionario escribir “bien” sobre sexo.


Veo en “Erosionados” un punto común entre diferentes autores y poemas: la presencia del silencio y de la oscuridad. ¿A usted qué le parece?

Mal. Cuantos más gritos y más luz, mejor. 


Aunque la literatura erótica no es ninguna novedad, en los últimos años hemos visto un auge en la publicación de este tipo de literatura. ¿A qué cree que es debido?

Es de las pocas cosas casi baratas que nos quedan. Y escribir también.


Este libro surge del deseo de la editorial Origami de publicar una antología de poesía erótica. Origami es una pequeña editorial independiente que, en sus dos años de vida, se ha especializado en la poesía y ya cuenta con un importante plantel de autores. ¿Qué supone para usted publicar en esta editorial?

Lo has dicho tú: formar parte de una editorial independiente y que se ha ido haciendo un hueco en los últimos tiempos en el terreno de la poesía es un honor y un gustazo. 


La importancia de que nos reciten. Presentaciones de libros, lecturas en bares, slam poetry, prostibulo poético. ¿Qué opina?

Nos exponemos, pero también es una de las pocas maneras de dejar que nos mimen en todo este asunto de la poesía.


Hay barras de bar y minibares en este poemario. ¿Es importante el alcohol para escribir? ¿Por qué recitamos en los bares?

Por la misma razón que flirteamos. Para que nos quieran.