Sexy
es tu boca. Tu boca de labios mullidos, suaves, sugerentes. Sexy es
cómo te pasas la mano por el pelo en un gesto descuidado. Sexy es tu
olor, tu presencia, incluso cuando estás cansado o triste. Te miro y
algo muy cálido, muy delicado y fuerte a la vez, me corre por las
venas. Como la sangre, como el deseo que siento cada vez que te subes
las gafas, ésas nuevecitas a las que no te acostumbras. Eres todo
sexo para mí, todo volcán, aunque tenga que rascar entre algunas
cenizas de lo cotidiano. Eres la mano caliente que se mete entre mis
piernas, el sudor perfumado que mana del cuello amado, que aspiro
como si esnifara gloria. Me pregunto cuánto puede durar esta
maravillosa y sensual sensación que siento cuando me abrazas, cuando
traspasas con tu ternura la dureza de lo rutinario. Pero es una
pregunta absurda, porque cuando me besas de nuevo, cuando me
acaricias la nuca con tus dedos de pianista ruso, yo te amo por
encima del poso del tiempo, y nada puede detener el latido de mi
sexo, y el presente, como un regalo divino, nos arranca de la certeza
de la muerte. Sólo por un segundo somos libres, mi sexy compañero,
para gozar de nuestros cuerpos y olvidar todo lo demás. Porque lo
demás no importa demasiado cuando nos fundimos en un abrazo de carne
y deseo. Eso es lo que siento ahora, mi dulce compañero. Y te lo voy
a demostrar. Ven.
Very good!
ResponderEliminarvoy. preciosa imagen
ResponderEliminarMuy muy estimulante.
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