domingo, 26 de mayo de 2013

Flor de nieve. Ericka Volkova




La boca aún a vos me sabe. El paladar de nuestros sudores se ha impregnado, y mis manos que vuestro cuerpo han recorrido, por mi vientre existen en esa caricia sórdida que yo misma me produzco. Recuerdo los instantes mientras os miro, mientras el sueño vuestro en vigilia resguardo, perpetuando el momento en que vuestros senos engullía al unísono de los dedos vuestros que por mi espalda vos deslizabais, recorriéndome el cuello, viajando por la cintura, a mí aferrándolos en la concavidad de los glúteos para a las caderas ancladles, a vos atrayéndome, a vos fundiéndome, y cual elixir amorfo que en humos transforma, trasmutamos por las lenguas de éstas nuestras bocas que ensalivadas, los flujos nuestros absorbieren.

La boca a vos aún me sabe y probar bocado distinto a mí no apetece, vuestras piernas que extendidas en la cama reposan de ello sospechan: largas y delgadas, curvilíneas que adustas a mis labios retan por los tobillos se entrelazan, dejándome observar que los muslos firmes celan el secreto del placer orgásmico nuestro, masturbando la mente mía que en ansia absoluta apoderadme de vos por la espalda ordenare, vuestro cuello besando, vuestros lóbulos mordisqueando, perdiéndome por el pelo vuestro que a mi cara cubriere, que a mis dedos en sus cabellos enredaren, aprisionando vuestro cuerpo con el peso del mío, limpias ambas que la piel nuestra al contacto del sudor en fuego helado nuestros cuerpos engusgaren.

La boca aún en mis manos a vos me sabe.

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