He vomitado huestes de jornaleros,
hasta el paladar perdido.
Me he adentrado en cuevas,
buscando el oro mágico,
que librara a mi cabeza
de la locura.
He hablado con el hada indulgente
en los bosques,
luchado contra la bruja del fogón.
He pedido la paz para los indios sioux,
vertido calabaza y fluidos calientes
para sustentar a familias
del astro rey.
Ahora dejadme morir un poco,
amodorrarme en este caos y
ser un poco libre.
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