martes, 16 de octubre de 2012

¿Se me pasará mañana? Chubi Pirri


me senté al lado suyo. el local estaba vacío y ella estaba sentada en la barra, en la parte más oscura del local, junto a unos divanes cerca de los reservados. nunca he estado en uno, me bastaba y me basta cualquier portal o cualquier pequeño tigre para la práctica de tan grandes y diversos placeres. Además yo acaba de entrar en el bar y fue fácil sentarme junto a ella, puesto que solo estábamos los dos, y por no parecer un marginao, me senté junto a ella. pronto tomó la iniciativa y entablamos conversación. solo estábamos conociéndonos y tengo que reconocer que a veces me comporto como un carca según tanteo o percibo el ambiente, por miedo a que la otra persona en cuestión se asuste a causa de mi total desvergüenza e indiferencia ante cualquier cosa impensable y en consecuencia censurable de inmediato en la mente y la psicología ordinaria de las masas. A veces mis pensamientos y mis poco sólidas teorías se derrumbaban de tal forma que era ella quien tomaba la iniciativa: se dejaba de camelos y directamente me echaba la mano a la entrepierna en medio del bar, mientras me daba a conocer sus labios y exploraba cada parte de nuestras lenguas con una sensualidad desbocada, intensa, y a su vez sin perder en ningún momento su clase, su estilo en cada uno de sus gestos, en su forma de moverse, de caminar. no era marylin, no era sofia loren. no le hacia falta, su sencillez suplía todo ese estúpido protocolo, de un feminismo predeterminado, prepensado, hortera, y que no corresponde en absoluto con la realidad. era una chica de la calle, una chica de verdad, a la que no le hacían falta disfraces para resaltar todo su sex appeal. sus dedos acariciando mi cuello... y yo el suyo y su chupa vaquera... eso era, eso era lo que hacía que pudiese permitirse el lujo de acariciarme la polla delante de todo el personal. porque realmente parecían mucho más guarras todas las que miraban de reojo y cuchicheaban criticándola por lo bajini... la única diferencia era una envidia causada por prejuicios inculcados consciente o incoscientemente pero innegables en unas pibas muertas e envidia a sabiendas de que ellas no podían hacerlo puesto que no disponían del feeling necesario y suficiente para poder montárselo como ella se lo montaba, sin quedar como una pobre chica borracha y/o facilona. pero ella tenía la sartén por el mango, y a mí me gustaba estar dentro de la sartén, qué coño. esa fuerza física, esa vitalidad, esa mentalidad, sus ganas de yo que se qué y ella qué sabe, sus ganas de hacer, construir, vivir, aprovechar cada momento, exprimir el tiempo... una despreocupación total y absoluta hacia la muerte, más cerca del optimismo que de los emos, que llamaba la atención y le afianzaba aún más si cabe en esas zapatillas pegadas al suelo y en ese aura tan especial que desprendía, como un televisor de tubo o algo así. sin precedentes en mi vida, una belleza sencilla que no ruda, vaqueros, zapatillas, sin maquillaje, ni falta que le hacía... ojos en los que se veía qué habían visto, mirada que mostraba levemente sus adjetivos más palpables a primera vista. la lucha, su fuerte personalidad y seguridad en sí misma, autodidacta en su ser, en lo que es, en lo que ha querido convertirse, y a la vez encajando los golpes de lo que no le gusta, llevándose lo bueno por donde pasa, absorbiendo conocimientos que cree que debe adquirir para alcanzar sus metas, aunque a veces no esté tan segura de que sirva para tanto... pero sigue adelante con su fatiga y su dos ovarios, y cada vez más cerca de ellas... cero por ciento palique, bastantes palabras y sonrisas, precisas, interesantes aunque abundantes, sin caer en la pesadez, quizá la culpa es mía debido a mi aislamiento y mi falta de conversación y risas. no todo el mundo es un hijo de puta. simpática, risa real, no forzada, sincera, trasparente. ¿por qué? hay muchísimas chicas y algunas más provocativas que ella, pero ninguna tan atractiva, ninguna tan "auténtica", tan ella, indomable, ¿qué coño tiene? ese buen rollo que notas cuando un alma te acoge recién conocidos, ¿dónde queda mi prioridad con lo físico? ¿por qué siendo tan guapa, que no despampanante, me mola cómo es ella prioritariamente sin olvidar que está como un quesito? preciosa para mí y, seguro, y para mi desgracia, para muchos más. solo su forma de agarrar la copa y de sentase en la barra supera cualquier estereotipo de lo que la sociedad hoy considera belleza. no lleva mil mierdas en la cara, le gusta como es. ¿qué me pasa? ¿se me pasará mañana? ¿por qué por mi coco pasan gilipolleces que más que románticas son una horterada y un chiste? ¿por qué desbocarme por una conversación de bar normal y corriente? ¿por qué esta locura? ¿y si no vuelvo a verla? joder... ¿por qué soy tan cobarde? ¿por qué me parecen locuras e incongruencias lo que antes consideraba que era la guinda del pastel de la existencia? ¿por miedo al no? ¿a sentir un fracaso inexistente y una frustración infundada? siempre que no caiga en la pedantería, y vea la simpleza, por qué negarlo, complicarlo, y hacerlo más difícil, que intentar apartar la mirada de tus piernas.

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