me senté al lado suyo. el local estaba vacío y ella estaba sentada en la
barra, en la parte más oscura del local, junto a unos divanes cerca de
los reservados. nunca he estado en uno, me bastaba y me basta cualquier
portal o cualquier pequeño tigre para la práctica de tan grandes y
diversos placeres. Además yo acaba de entrar en el bar y fue fácil
sentarme junto a ella, puesto que solo estábamos los dos, y por no
parecer un marginao, me senté junto a ella. pronto tomó la iniciativa y
entablamos conversación. solo estábamos conociéndonos y tengo que
reconocer que a veces me comporto como un carca según tanteo o percibo
el ambiente, por miedo a que la otra persona en cuestión se asuste a
causa de mi total desvergüenza e indiferencia ante cualquier cosa
impensable y en consecuencia censurable de inmediato en la mente y la
psicología ordinaria de las masas. A veces mis pensamientos y mis poco
sólidas teorías se derrumbaban de tal forma que era ella quien tomaba la
iniciativa: se dejaba de camelos y directamente me echaba la mano a la
entrepierna en medio del bar, mientras me daba a conocer sus labios y
exploraba cada parte de nuestras lenguas con una sensualidad desbocada,
intensa, y a su vez sin perder en ningún momento su clase, su estilo en
cada uno de sus gestos, en su forma de moverse, de caminar. no era
marylin, no era sofia loren. no le hacia falta, su sencillez suplía todo
ese estúpido protocolo, de un feminismo predeterminado, prepensado,
hortera, y que no corresponde en absoluto con la realidad. era una chica
de la calle, una chica de verdad, a la que no le hacían falta disfraces
para resaltar todo su sex appeal. sus dedos acariciando mi cuello... y
yo el suyo y su chupa vaquera... eso era, eso era lo que hacía que
pudiese permitirse el lujo de acariciarme la polla delante de todo el
personal. porque realmente parecían mucho más guarras todas las que
miraban de reojo y cuchicheaban criticándola por lo bajini... la única
diferencia era una envidia causada por prejuicios inculcados consciente o
incoscientemente pero innegables en unas pibas muertas e envidia a
sabiendas de que ellas no podían hacerlo puesto que
no disponían del feeling necesario y suficiente para poder montárselo
como ella se lo montaba, sin quedar como una pobre chica borracha y/o
facilona. pero ella tenía la sartén por el mango, y a mí me gustaba
estar dentro de la sartén, qué coño. esa fuerza física, esa vitalidad,
esa mentalidad, sus ganas de yo que se qué y ella qué sabe, sus ganas de
hacer, construir, vivir, aprovechar cada momento, exprimir el
tiempo... una despreocupación total y absoluta hacia la muerte, más cerca
del optimismo que de los emos, que llamaba la atención y le afianzaba aún
más si cabe en esas zapatillas pegadas al suelo y en ese aura tan
especial que desprendía, como un televisor de tubo o algo así. sin
precedentes en mi vida, una belleza sencilla que no ruda, vaqueros,
zapatillas, sin maquillaje, ni falta que le hacía... ojos en los que se
veía qué habían visto, mirada que mostraba levemente sus adjetivos más
palpables a primera vista. la lucha, su fuerte personalidad y seguridad
en sí misma, autodidacta en su ser, en lo que es, en lo que ha querido
convertirse, y a la vez encajando los golpes de lo que no le gusta, llevándose lo bueno por donde pasa, absorbiendo conocimientos que cree
que debe adquirir para alcanzar sus metas, aunque a veces no esté
tan segura de que sirva para tanto... pero sigue adelante con su fatiga y
su dos ovarios, y cada vez más cerca de ellas... cero por ciento
palique, bastantes palabras y sonrisas, precisas, interesantes aunque
abundantes, sin caer en la pesadez, quizá la culpa es mía debido a mi
aislamiento y mi falta de conversación y risas. no todo el mundo es un
hijo de puta. simpática, risa real, no forzada, sincera, trasparente.
¿por qué? hay muchísimas chicas y algunas más provocativas que ella, pero
ninguna tan atractiva, ninguna tan "auténtica", tan ella, indomable, ¿qué
coño tiene? ese buen rollo que notas cuando un alma te acoge recién
conocidos, ¿dónde queda mi prioridad con lo físico? ¿por qué siendo tan guapa,
que no despampanante, me mola cómo es ella prioritariamente sin olvidar
que está como un quesito? preciosa para mí y, seguro, y para mi desgracia,
para muchos más. solo su forma de agarrar la copa y de sentase en la
barra supera cualquier estereotipo de lo que la sociedad hoy considera
belleza. no lleva mil mierdas en la cara, le gusta como es. ¿qué me pasa?
¿se me pasará mañana? ¿por qué por mi coco pasan gilipolleces que más que
románticas son una horterada y un chiste? ¿por qué desbocarme por una
conversación de bar normal y corriente? ¿por qué esta locura? ¿y si no vuelvo a
verla? joder... ¿por qué soy tan cobarde? ¿por qué me parecen locuras e
incongruencias lo que antes consideraba que era la guinda del pastel de
la existencia? ¿por miedo al no? ¿a sentir un fracaso inexistente y una
frustración infundada? siempre que no caiga en la pedantería, y vea la
simpleza, por qué negarlo, complicarlo, y hacerlo más difícil, que intentar
apartar la mirada de tus piernas.
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