Con las piernas cruzadas
anudo la
violencia,
mas desatan mis
dedos el perfume
de aquello que se
ignora,
de mi deseo de ti,
de mi contigo.
No podemos, como
otros,
adquirir hábitos o
colmar paciencias
ni devanar el hilo
de tu boca a la mía.
Tan solo este
arrebato, prontitud y descalabro
nos caben en un
tiempo
de amar morir tan
breve.
Y por eso es
sendero y es luz bajo mi ropa.
Fuera el invierno,
ajeno, no es jamás de nosotros.
Y tus ojos azules
son los ojos más
negros
en que jamás me vi.de Versos de la Ciudad Negra
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