miércoles, 30 de enero de 2013

Madame Bovary ilustrado por John Austen




Madame Bovary. Gustave Flaubert. Translated with an introduction by J. Lewis May.
Illustrated by John Austen.

The Abbey Library. London, 1050.

domingo, 20 de enero de 2013

Sin Título. Ana Cuaresma

© Imogen Cunningham




Voy,
a esperar a las cinco para terminar la noche
Y llevarme tus ojos de madera
al cerezo del sueño
No cerrar la noche presagia
una llamada
un mensaje
un soplido de tu boca bajo la oreja
patina en mi cuello
gaviota
cementerio
vertedero de barra de mujer a invierno
te cargas de escombros y sales por las puertas que nunca has abierto
lencería verde en la tienda de tu iris reciclado
tengo tu reflejo
en el espejo de mis labios que derriten vidrio

Mañana,
esperaré hasta las tres de la tarde
A que el viento
Ese molino de aspa tu lengua
A que vibren mis pestañas
Te sugiero rocíes dactilares en mi cintura cuando pase por tu cerca de espinas
Y grabes a pluma de tinta en mi espalda con tu retina
Dónde verteremos nuestras horas muertas

Ahora,
Son las cinco
Debo vestirme de sábana y cortar un círculo para cada ojo
Crecerán las pestañas mientras amanezca desde la ventana
Tormenta
Delirio
Buscará el sueño un rincón en tu boca de guarida
para esta piel blanca que proyecto
donde hiberno




viernes, 18 de enero de 2013

El Kama Sutra contado de nuevo. Sujata Bhatt

Lucía Bailón



Entonces Roman Svirsky dijo
Es ilegal en Rusia escribir
sobre sexo
de tal manera que
para Vasily Aksyonov
es importante escribir sobre ello

Te ríes
pero yo quiero saber
cómo romperíamos el largo silencio
si estuviéramos bajo esas mismas reglas.
No basta con decir
le besó los huevos,
le lamió toda la verga,
su lengua no podía parar.
Y es que él piensa en el primer día:
ella mira hacia otro lado
mientras se quita la camiseta
los vaqueros, las bragas, el sujetador.
Ni siquiera se gira a verlo
hasta que ya está en el lago,
con el agua clara hasta el cuello
pero incapaz de ocultar su piel.
Nadan
hasta las islas
pero él no recuerda haber nadado;
sólo rozar su pierna
una vez, y después sumergirse
bajo sus muslos y estar bajo el agua
lo suficiente para echar una buena mirada,
salir a respirar y observar
su pelo negro flotando liso,
y observarla después
escalar
las piedras, para salir del agua.
Ella no sabe qué decir,
Él desearía que fuesen cisnes,
los cisnes de Yeats
que no tenían necesidad de hablar
y podían deslizarse siempre
por otros mundos;
mágicos, aunque rozando carrizos de verdad.
El sol le da a ella en los ojos
por eso se acercan a los pinos.
Al tocar sus pezones
él no sabe
quién de los dos está más sorprendido
(años después él recuerda esa mirada,
el modo en que sus ojos se agrandan).
A él le sorprende
que ella quiere que le bese
una y otra vez los pezones
porque ella tiene apenas diecisiete años le sorprende
que sus pechos están tan llenos.
A ella le sorprende
lo bien que se siente
porque él apenas tiene diecisiete años le sorprende
que pueda ser tan tierno
y tan duro dentro de ella,
así como agujas de los pinos
pueden ablandar la tierra.
¿En dónde termina la tierra
y empieza ella?
Debió haberse tragado el cielo
el lago, y todos los bosques
veteados de senderos marrón ámbar;
ya que ahora una enormes alas blancas
van descendiendo entre
sus muslos, aleteando más fuerte
por su pecho,
el pico
acariciándole la columna
las plumas hormigueándole la piel,
la sangre adentro
de sus ingles se hincha
mientras unas alas arremeten por salir,
arremeten.

Sujata Bhatt Ahmedabad, India, 1956. Poeta y traductora.

martes, 15 de enero de 2013

Un poema de Ana Cuaresma



Cuando se abre el word de folio blanco
y continuas tú
,Química,
cinta doble cara que llevo pegada al perfil
,Iris,
por tu mirada soy caricia
,erosionas, sin pedirme
como a la tierra el agua
Roce de mi espalda desnuda
DesVistes mi secreto
,Labio,
me ahogo de tu pereza de piel de lejos
Te observo entera la mirada
Sigo caricia
Tú, Vestido de mujer, de tirantes,
,Pastiche,
,Collage,
de curvas femeninas, de rostros, melenas y rímel
tu deseo, maquillaje en la tela
Yo, rama de árbol a la que se le caen las hojas este otoño en el que tú aroma de río me inunda el sexo y me agota un presagio de recuerdo
Quisiera
Q
Y esto es SOLO
Un tatuaje en las yemas de mis dedos porque a ti te abren los ojos esas muñecas de tacto en los poros, no soy yo la que rompe tu caldera y fragmenta de los labios un beso
Y aquí estoy
Arqueada
Y Sin diana
Soy ese espacio que se reduce desde mi deseo de ser Vestido y del botellín que se rinde a tu lengua de espuma cuando mis incisivos son un hielo que busca ombligo y cadera
,Química,
átomo deseo solitario y de chupito un vaso que contenga tu cintura de arnés en la que amarro
todos mis versos de volcán
sabático
de otoño de manga larga y pecho enrojecido que guardo bajo la blusa
eres la boca que tengo en mis manos de aguja de araña roja
y encuentran barbilla de romero y gavilla de uva
baya de enebro
por un baile tuyo de copa sumerjo la esquina de mi nalga
en tu pecho
de iris verde rezagado
Tu distancia es un labio de carmín
inflamado

lunes, 7 de enero de 2013

Pornographers United for Trade on Art (PUTA)





In recent years we have seen X movies made by women in response to the sexist way in which these movies are usually made and their narrow, phallocentrist, racist and classist topics, just for the enjoyment of a few.

Women need to create this kind of movies not only to criticize or to try to abolish it -in the worst or most naive case- or just ignore it, but producing movies that we -women and men- would like to watch from our different subjectivities.

So this pornographic visual production, intends to be a space where concepts move, are inverted in order to make different readings from different points of view, gender, race, sexual interests...

Beyond binary constructions and morality, to produce pornography is a form of entertainment and a reappropriation action, a political space, where you can rename things... A place for enunciation.

Pornographers United for Trade on Art (PUTA), is a company created by female artists who aim to perform a series of pieces that move around postpornography, postfeminism, plus BDSM aesthetic, but all under a very clear concept: pieces made by women, no macho content, in which women reappropriate their bodies and have sex as we'd like to see, far from moral, state and scientific inscriptions.

We also intend to seek the pornographic visual entertainment, our proposal can be better or worse -we do not know- but different anyway.

As porn star and performance artist Annie Sprinkle famously said, The answer to bad porn isn't no porn… it's to try and make better porn!
We hope you can enjoy this artistic and postpornographic site. It is made especially for you. 
Pornographers
United for
Trade on
Art


Más sobre PUTA siguiendo este enlace: KAPORNA

Mara Blackflower

A woman sleeping in a bus station in Chicago, Illinois, 1943


Esta noche siento la soledad como una losa Es esa soledad de autobús vacío, de luces de carretera pasando, del silencio de sesenta personas mirando por la ventana Te echo de menos Voy sola en los asientos y todo es oscuro a mi alrededor Me masturbo y sueño contigo Sueño contigo y me masturbo Aquí, no existe la diferencia

The Masked Spankers






A Woman's Woman


sábado, 5 de enero de 2013

Diario de una ninfómana (frag.) Valérie Tasso





Perdí mi virginidad el 17 de julio de 1984, a las 02.46.50 de la madrugada. A los quince años, un momento así no se puede olvi­dar nunca.
Pasó durante unas vacaciones en la casa de la abuela de mi amiga Emma, en un pueblo de montaña.
Enseguida me encantó aquel lugar, que olía a eternidad, y el grupo de chicos con quien salíamos. Pero sólo uno me habla lla­mado la atención: Edouard.
La casa de la abuela tenía un jardín precioso y estaba situada jus­to al lado de un pequeño río que daba frescura al ambiente veranie­go. Enfrente había un campo con hierba de más de un metro de al­tura, propia de los lugares donde suele llover mucho. Emma y yo pasábamos tardes enteras escondidas allí, acostadas, charlando con los chicos, y aplastando la hierba con el peso de nuestros cuerpos, hinchados por la pubertad. Por la noche, escalábamos los muros de la casa para volver a juntarnos con los chicos y flirtear.
Nunca le dije nada a Emma de lo sucedido. Una noche, Edouard me llevó a su casa. Me acuerdo que no sentí nada, sólo una inmensa vergüenza por no haber sangrado, a la vez que esa extraña sensación de haberme hecho pipí en la cama. Me fui de su casa camuflada por el ruido de la cadena del baño, de la que habla tirado para disimular mis pasos en la escalera.

A Edouard le volví a ver once años más tarde, en París, en una conferencia organizada en un hotel. Nos encerramos en el baño de caballeros, intentando vivir de nuevo esa pulsión que habíamos sentido más de una década antes, quizá por miedo a crecer o por nostalgia. Pero ya no era lo mismo y, una vez más, el ruido de la cadena del baño público anunció mi salida, esta vez para siempre, de su vida.
Después de mi primera vez, llegó el sentimiento de culpabili­dad, que intenté olvidar o al menos mitigar repitiendo la experien­cia hasta cumplir la mayoría de edad. No porque tuviera muchos deseos prematuros, sino más bien porque quería experimentar, por pura curiosidad.
Al principio, achaqué esos impulsos a que la Madre Naturale­za me habla dotado de una sensibilidad especial, a la cual respon­día con el cuerpo. Hasta que me inscribí en la universidad a fina­les de la década de los ochenta.
Durante esos años de estudios, estaba más concentrada en mi carrera que en pensar en los chicos. Quería ser diplomático. Al fi­nal, tuve que cambiar mi orientación universitaria, y me licencié en Empresariales y Lenguas Extranjeras Aplicadas, sin demasiados esfuerzos.
Mi familia me inculcó las buenas maneras, el saber estar y una educación bastante tradicional, todo impregnado por una falta de comunicación que me hizo interiorizar cada vez más mis senti­mientos. Una chica bien como yo no podía comentar a sus padres que se había iniciado tan joven en la vida.
En mi último año de carrera, reinicié mi actividad sexual. Me habla dado cuenta de que tenía algo especial que atraía a tipos de mi misma condición. Yo era una hechicera y me puse a buscar a Merlines encantadores en todos los rincones de la ciudad, gente con chispa, amantes, cuyas pequeñas venas marcándose bajo la piel tenían siempre algo sexy. Hombres en los que pudiese sentir el pul­so de sus muñecas. Seres capaces de oír el bolígrafo sobre el papel y de emocionarse ante la amplitud de una mancha de tinta en una hoja blanca. Varones que veían, como yo, las partículas que com­ponen el aire, y podían percibir sus diferentes colores. Gente a quien el olor del baño obstruido en una discoteca a las cuatro de la mañana le hacía recordar la fragilidad del ser humano.
Gente que me hacia sentir viva.
Sé que, en el fondo, esa búsqueda era la manifestación de una terrible enfermedad: el silencio, la soledad, la falta de comunica­ción. Por ello, decidí plasmar mis experiencias en un diario. Era la única forma de entregarme y comunicar. Ya lo había intentado va­rias veces, de la manera más natural: utilizando el lenguaje; pero era muy torpe porque mis palabras siempre salían sin la debida consciencia de lo que iba a decir. ¡Algo imposible y un mal comien­zo para un diplomático!
Mi comunicación verdadera empezó con el cuerpo, el movi­miento de las caderas, la mirada. Cuando obtuve un «sí» por mo­jar mis labios con la lengua, o por una mirada, y un «no» por cru­zar las manos, entonces comprendí.
A algunos hombres les encanta, mientras hacen el amor, que una hable. Nunca lo he sabido hacer muy bien y eso me ha valido muchos disgustos. Algunos han desaparecido después de la primera cita, reconociendo que era, de todas formas, una buena amante; pero les faltaba la comunicación.
—¿Qué sabes tú de comunicación? —les decía yo, haciéndoles salir y dándoles un portazo en plena nariz.
Comprendí que la gente tiene necesidad de poner nombres a las cosas, de simplificarlas con palabras, pensando así, equivocadamen­te, que las puede comprender. Yo, en cambio, me puse a comuni­car cada vez menos con las palabras, y más con el cuerpo.
Si queréis ponerme un nombre, ¡adelante! ¡No me importa! Pero sabed que lo que soy en realidad es una ninfa. Una nereida, una dríada. Una ninfa, sencillamente.